(X) DIARIO DE UN LINFOMA (El sitio de mi recreo)

(X) DIARIO DE UN LINFOMA (El sitio de mi recreo)

 

Tercer día después de la primera sesión de quimio. Ahora sí, ahora ya estoy experimentando lo que temía. Ayer tarde, a más de las 8, vinieron dos matrimonios amigos a la puerta de mi casa, en Benaocaz, para invitarnos a echar un pequeño paseo. Yo seguía con mis náuseas, pero no muy intensas, así que pensé que ese ratillo me vendría bien para despejarme. Dimos una vuelta al pueblo, que, por si no lo conocéis, es muy pequeño. No viven más de 600 personas en él. Conforme finalizaba el trayecto, sentía como si mis piernas pesaran el doble, la cabeza me daba vueltas y parecía que me había tomado 5 cervezas. 

 

A partir de ese momento el malestar fue creciendo y es muy difícil de describir. Mi querida amiga Ana, que estaba en el grupito, pasó por un cáncer de mama hace 3 años y se ha convertido en mi principal asesora en estos tristes menesteres, ya que también pasó por la quimioterapia. Me dijo que era normal cómo me sentía. Cené como pude, porque no quiero dejar de alimentarme, tengo que llegar con unos niveles aceptables a la próxima sesión, pero me costó. Me duché y me senté en el sofá, pero mi cabeza flotaba y mi cuerpo sentía una extrañísima sensación de agotamiento interior y desazón. ¡Qué difícil es explicar algo que no encaja con dolor, fiebre o mareo, sino que es como una suma de todos ellos! Me fui a la cama y, aunque he dormido, la noche ha sido larga y poco reparadora.

 

Ahora, después de desayunar, me tomé un naproxeno y parece que me siento un poco mejor. Me he puesto delante del ordenador para evadirme. Tengo ahí fuera mi pequeño huerto esperándome, pero esta mañana no tengo fuerzas ni para arrancar una brizna de hierba, prefiero refugiarme en mi escritorio y teclear unas líneas.

 

En mi primer escrito de esta serie, que ya lleva 10 capítulos, hablaba de lo imprevisible que es la vida. Los planes sirven de poco. Anoche lo comprobé una vez más. Veo que últimamente los gurús del bienestar, los coaches, psicólogos y tantos otros consejeros sobre algo tan etéreo como la felicidad, inciden en el hecho de vivir el presente. Creo que en el budismo le llaman el pensamiento zen. Yo estoy totalmente de acuerdo con eso, en realidad, pero este modo de plantearse la existencia hunde sus raíces en algo mucho más cercano para la sociedad occidental, el cristianismo. 

 

Escucho a algunos críticos decir que Jesús solo hablaba de una vida futura y que las promesas de ese tipo solo postergan a un momento incierto lo que debería ser una existencia plena hoy. De nuevo, no deja de sorprenderme el desconocimiento tan enorme que una sociedad llamada cristiana tiene de la propia esencia de lo que Jesús enseñó. Dos contrapuntos a lo anteriormente dicho: 1) “¿Quién de ustedes, por angustiarse, puede alargar un solo codo la duración de su vida?”  2) “Así que nunca se angustien por el día siguiente, porque el día siguiente traerá sus propias preocupaciones. Bastante hay con los problemas de cada día.” (Mateo 6:27, 34). 

 

En estas dos citas, Jesús animó, sin duda, a vivir el presente, lo único cierto y palpable cada día. La inquietud o, más bien, angustia, por lo que pueda pasar, no ayuda para nada a llevar una existencia medianamente feliz. El contexto de las palabras que cito tiene que ver con la preocupación excesiva por obtener lo necesario para vivir. Jesús animó a ocuparse en conseguir el sustento, pero no a angustiarse por ello, ya que no ayuda en modo alguno a obtenerlo, ni por supuesto a vivir en calma. El segundo pasaje resalta el esfuerzo consciente que tenemos que hacer para vivir hoy, sin pensar en los problemas de mañana, que llegarán seguro, pero cuya naturaleza desconocemos absolutamente. ¿Quiere decir lo anterior que solo existe el presente para el cristiano? Evidentemente que no, pero eso es harina de otro costal que quizás aborde en otra entrega.

 

Mi presente hoy seguirá siendo la “convivencia” con mi linfoma. No es una coexistencia fácil, él quiere acabar conmigo y yo quiero hacerlo con él. Esta mañana parece que me va ganando, pero, en realidad, sé que esta travesía tenía que pasar por estos momentos. Mi cuerpo se está rebelando contra el “veneno” que lo mata a él y, a la vez, me araña a mí por dentro. Estoy apenas viviendo el primer asalto, pero el pensamiento dañino de abandonar el ahora, ya me hace anticipar el segundo. Si este está siendo malo, el siguiente será peor, porque mi cuerpo irá deteriorándose cada vez más. A eso es a lo que me refiero que nos pasa cuando anticipamos. Tengo que evitar pensar así, porque no tengo ni la más remota idea del rumbo que tomará mi organismo después de la segunda sesión, ni siquiera, si estaré más o menos fuerte. Hoy 3 de junio, con un día todavía primaveral, de sol y nubes, va a ser mi día. Lo voy a vivir, lo voy a disfrutar y los malos momentos no van a enturbiar los buenos, que seguro que los encontraré.

 

Retomo la finalización de esta entrega ya por la tarde. El día transcurrió mejor de lo esperado. No estoy bien, de hecho, mucho peor que todos estos días pasados. Nada tiene que ver mi cuerpo con el que durante el espejismo del último mes me permitió hasta jugar al tenis y correr como siempre lo he hecho. Ahora no sería capaz ni de trotar 50 pasos. Precisamente, hace un rato, tendido en mi sofá, trataba de distraerme viendo a Nadal jugar contra Zverev en las semifinales de Roland Garros. ¡Qué partido estaba siendo! 3 horas y no habían terminado el segundo set. ¡Qué tie break el del primer set, con Rafa 6-1 abajo y qué remontada! Ya no debería sorprendernos a los que llevamos 20 años viéndole jugar, pero sigue haciéndolo. De nuevo, a las 3 horas y pocos minutos, lo imprevisto ocurre, es el devenir de la existencia. Cuando mejor estaba jugando el alemán, se tuerce el tobillo y tiene que abandonar la pista en silla de ruedas. La desolación en la grada y, creo que en todos los espectadores por televisión a los que nos gusta el deporte con mayúsculas y la parte noble que lo envuelve, fue absoluta. ¡Qué pena! Pero es joven, se trata de un esguince de tobillo y volverá a las pistas y seguirá disfrutando del deporte que, como él ha dicho en varias ocasiones, le apasiona. Su caso, además, resalta que en toda actividad humana, por muy profesional que se vuelva y, en este caso, con remuneraciones económicas astronómicas, lo determinante es el ser humano que hay bajo la capa que ven los demás. Zverev lleva todo un año de altibajos debido a los numerosos frentes que tiene fuera de las pistas, entre los que destaca la enfermedad de su padre. Él mismo dice que hay cosas mucho más importantes que el tenis. 

 

Finalizo agradeciendo a nuestra querida María, una alumna muy especial de María del Mar, el detalle-sorpresa que le ha dado esta tarde. Coincidía con el insólito tie-break del partido de tenis que nos visitaba furtivamente para dejarle un precioso regalo. María se ha convertido en una persona muy especial en nuestras vidas y se merece todo lo bueno que el futuro le deparará. 

 

Quiero terminar hoy mi escrito dedicándole una de las más hermosas canciones que conozco a mi querida Mar, mi compañera de vida, la que saca fuerzas en unos momentos donde apenas tiene. Esta madrugada acariciaba mi pelo, mientras yo, hecho un ovillo, trataba de pasar las horas como podía, aguardando el alba, esperando que el amanecer trajera otro viraje en el viento. Ella es el sitio de mi recreo.

 




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