(VII) DIARIO DE UN LINFOMA (1ª QUIMIOTERAPIA. FIXING ME)

(VII) DIARIO DE UN LINFOMA (1ª QUIMIOTERAPIA. FIXING ME)

(VII) DIARIO DE UN LINFOMA (1ª QUIMIOTERAPIA. FIXING ME)

 

31 de mayo de 2022.

10 menos cuarto de la mañana y estoy en la recepción del hospital HLA Puertas del Sur. Esta noche he vuelto a dormir bien, es la tónica desde la linfo-noticia. No voy a dejar de dar gracias a Dios por esta sobredosis de tranquilidad que me está dando. Eso sí, justo antes de entrar en la sala del Hospital de Día, no voy a negar que estaba más nervioso que de costumbre. Impone un poco la incertidumbre de lo que te vas a encontrar y cómo vas a reaccionar. Dos enfermeras encantadoras, Ely y Paula, me recibieron con la sonrisa que intuía debajo de sus mascarillas. Son muy jóvenes y derrochan simpatía y laboriosidad, no paran un momento, y conmigo, como ahora explicaré, se han dado muchos paseos.

 

6 horas, omaíta. No está mal para ser el primer día. Jesús me había puesto en el papel un total de 2 horas y 10 minutos, y yo iba pensando que era pan comido, pero no cayó esa breva, Ely consultó a petición mía con la farmacia del hospital y le dijeron que esos tiempos de protocolo estaban desfasados, que solo uno de los compuestos (una sola bolsa, y eran 4) precisaba de dos horas de infusión en vena. Total, mi paciencia ha crecido tan exponencialmente estos últimos años que no se me han hecho especialmente pesados los 360 minutos. Como expliqué el viernes, la quimio combinada estándar para el linfoma de Hodgkin se le conoce como ABVD, es decir, Ataque, Bombardeo, Voladura y Destrucción. Que no, que no, que son bromas mías. Las siglas corresponden a Adriamicina, Bleomicina, Vinblastina y Dacarbacina. El menú se correspondía con lo recetado por Jesús, pero me ha dado tiempo a digerirlo 3 veces.

 

Aunque tengo unas generosas venas, de un calibre y superficialidad que son el objeto del deseo de todas las enfermeras que me han tratado, la vía que te ponen en la quimio tiene una cánula o aguja superfina, yo creo que inferior al milímetro, porque como tienen que ponérsela muchas veces a los pacientes, intentan hacer el menor daño posible. El problema es que siendo tan finas, la máquina que dosifica el medicamento inyectado es muy sensible y a poco que se mueva un poco la citada vía, empieza a pitar y tienen que venir a resetearla y moverte la aguja volviendo a pegar cintas adhesivas para asegurarla. Bueno, pues no menos de 30 veces han tenido que hacerlo Ely y Paula esta mañana conmigo. ¡Qué santa paciencia han tenido! Ni un mal gesto, ni incomodo alguno. Así da gusto. Me han dado un teléfono y email para que me ponga en contacto con ellas si necesito consultar algo o tengo reacciones más fuertes de las esperadas.

 

Como ya me habían anticipado, no permiten acompañantes en la sala de quimio, pero he estado de todo menos solo. Se me pegaron las sábanas un poco esta mañana y cuando encendí el móvil, al poco, ya tenía unos cuantos mensajes de ánimo para poco antes de las 10. No voy a citar a todos los que me escribieron, porque seguro que me dejo a alguno, pero Arturo, un buen amigo, me envió un mensaje especial, un pdf con una composición fotográfica en la que aparecía yo y un precioso texto que citaba a Viktor Frankl, un médico-psiquiatra judío internado en el campo de concentración de Auschwitz donde estudió por qué unos presos morían y otros no. Él creía que los que se aferraban a bonitos recuerdos de su vida, tenían más posibilidades de supervivencia. Pues bien, Arturo, por medio de las imágenes traía a mi mente instantes familiares y otro de una experiencia común. ¡Todo un detalle! Algunos están empeñados en que no se atoren mis conductos lagrimales. 

 

Ya digo, me escribió una amiga con la que hacía muchos meses que no intercambiaba mensajes, otra que no se prodiga en ellos tampoco, un íntimo amigo, este sí voy a desvelar su nombre, Sergio, al que conozco desde que era un chiquillo. Ahora tiene una agenda más que saturada, porque sirve como superintendente de circuito en Cataluña. Es un compañero cristiano que visita unas 20 congregaciones, dos veces al año, pasando una semana en cada una de ellas. Esa semana no tiene respiro, porque está repleta de reuniones y actividades. Para colmo, ahora visita congregaciones de habla catalana, que no es su lengua natal y que le supone un sobreesfuerzo importante. Aun así, durante estas semanas me ha llamado varias veces y esta mañana ahí estaba su mensaje de ánimo. A su familia y la mía nos une una bonita amistad. Ellos son 4 hermanos y dos de ellos, los menores, de las mismas edades que nuestras dos hijas. Sus padres, José Mª y Cande fueron un apoyo incondicional en todo momento para Mª del Mar y para mí los 8 años que vivimos en Huelva. Lo fueron todos los miembros de aquella congregación, pero por la semejanza de nuestras circunstancias familiares, pasamos mucho tiempo juntos. De Sergio, además, recuerdo que cuando apenas comenzaba en la adolescencia, pasó muchos días hospitalizado por una úlcera sangrante y después de muchas jornadas interminables de acompañamiento nocturno por parte de su padre y tras insistirle día tras día para relevarlo, por fin una noche me lo permitió. Esa noche y esos días que pasamos juntos continúan en mi memoria y son, en parte, culpables de la relación que forjamos. Pasarán meses sin vernos, y años, pero hay vínculos que no se rompen por la lejanía ni el tiempo.

 

De mi gallinero (mi departamento del instituto) solo me llegan cosas buenas. Hoy termino con un vídeo que mi querida Gema colgó en nuestro grupo de whatsapp. Coldplay es una de mis bandas favoritas y canciones como Yellow, The Scientist y Fix you, que fue el enlace que insertó, se las he puesto muchas veces a mis alumnos en clase para que practiquen inglés traduciendo canciones, uno de mis hobbies favoritos cuando era adolescente. 

 

Fix You puede significar, según el contexto, curarte. Yo quiero entenderlo así cuando lo he vuelto a escuchar esta tarde. La versión a la que hago referencia, cantada con Ed Sheeran es preciosa (https://youtu.be/n9aL0otZalc). A mí me curan esos mensajes de aprecio sincero cada día, las llamadas telefónicas que empiezan con un hilo de timidez, por el temor a molestar, pero que prontamente cambian el tono cuando les contesto con manifiesta alegría, esos abrazos cálidos que acercan corazones, las miradas de ojos vidriosos que denotan compasión, las risas que desdramatizan, las oraciones a mi favor, el tiempo, cada minuto que alguien que me quiere me dedica en sus múltiples formas. Todo eso me cura (fix me) más que cualquier tratamiento médico. 

 

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