¡Vaya tribu primitiva!

¡Vaya tribu primitiva!

26 de mayo de 2023.

Aparecemos a todas horas en los informativos los benaocaceños últimamente. Un grupo de hippies, de la llamada Familia Arco Iris, han ocupado una finca del término municipal para un encuentro anual que, por lo que se ve, coincide con el ciclo lunar y dura lo que una de sus lunas, 28 días. Muchos de ellos han dejado aparcadas sus furgonetas en mi calle que, por cierto, está catalogada como parking para autocaravanas, con lo que están siendo respetuosos con la normativa municipal.

Los periodistas aparecen por aquí, como aves carroñeras, buscando declaraciones de algunos de los miembros de la comunidad y algunos de los vecinos. Ayer me llamaba la atención ver un coche de alta gama negro con cristales tintados, con algún reportero famoso dentro, al lado de furgonetas destartaladas, la mayoría blancas y bastante abandonadas tanto por fuera como por dentro. 

La desinformación es total (vaya novedad), los primeros titulares hablaban de amor libre, drogas, orgías sin freno, nudismo y otro tipo de desenfrenos de los que no quiero acordarme. Parece que casi nada de lo que decían los medios se corresponde con la realidad (vaya novedad). Uno de sus miembros le decía ayer a mi vecino Pepe: “Tienen ustedes un pueblo precioso. No le haga caso a lo que dicen en la tele, no van por ahí los tiros” (Vaya novedad). Perdón por la redundancia, pero es bastante nauseabundo que exista tanta desinformación en las redes y mucho más en los que parecen medios más acreditados como son las televisiones nacionales.

Algunas cosas sí se corresponden con la realidad, han ocupado unos terrenos propiedad de un vecino que tiene allí cabras y ovejas sueltos por el monte y la acampada en el Parque Natural de la Sierra de Grazalema no está permitida. Ahora bien, estas criaturas no llevan vidas con costumbres adelantadas a su tiempo, sino todo lo contrario.

Quizás en los años 60, cuando parece que comenzó el movimiento, fueran una avanzadilla en algunos aspectos morales, pero hoy día parece que se han quedado atrás. Si nos referimos a su aspecto físico, tiene más rastas el frutero del otro día en el mercado de abastos de Jerez que la mayoría de ellos. De tatuajes no hablemos, en la NBA, hasta los negros más negros se pintan en los brazos todo tipo de monigotes que cuesta distinguir (¿no hay tinta blanca para los tatuajes?), pero apenas he percibido en ellos. ¿Piercings? Pero si tengo alguna amiga que tiene la oreja que parece el muestrario de una joyería.

¿Nudismo? Hoy no debería llamar la atención que alguien insinúe o enseñe la piel. De los hippies que aparcan en mi puerta lo que percibo son pantalones muy anchos, de esos “cagados” por medio y blusas igualmente holgadas, prendas anchas en las que predominan las rayas. Algunos sí que aprovechan para tostarse al sol mostrando sus dorsos desnudos, pero nada en comparación con lo que veo en las playas de Cádiz cualquier día de verano. Ahí sí que es casi imposible enseñar más. Aunque Kichi las hizo oficialmente nudistas, para nada hacía falta, los trajes de baño (¡anda que llamarlos traje!) dejan poco a la imaginación y no hay nalgas cubiertas ni en aquellas que por el buen gusto deberían. Los estragos de la edad, con sus arrugas y efectos gravitatorios, no estaría mal ocultarlos a la vista. O no, que todo lo natural no tiene por qué hacerse desaparecer.

Al parecer, la mayoría de ellos son personas que tienen sus trabajos y que se toman este mes de vacaciones para el encuentro. Vienen de distintos países y son familias con o sin niños, compuestas también de ancianos. Vamos, que si hablamos de ociosidad y vida bohemia, te encuentras más vagos en cualquier botellón plagado de ninis de las distintas poblaciones de la geografía nacional que entre ellos.

¿Amor libre? ¿Poliamor? Venga hombre, ¡qué descubrimiento! Pero si ahora el amor “atado” se libera en el 70% de los casos, ese es el porcentaje de separación y divorcio entre las nuevas familias. Las infidelidades, engaños, cambio de parejas y otros comportamientos similares son, en realidad, costumbres que se han impuesto en nuestra sociedad y ni mucho menos son características de las comunidades hippies. Creo que su concepto de amor se ha quedado atrasado en comparación con las probaturas que se realizan hoy en día.

Al final, el grupo que se ha acercado a Benaocaz estos días primaverales no son más que un grupo de carcas anclados en el pasado que no usan apenas las nuevas tecnologías, hacen fuego para cocinar y calentar el agua, duermen en contacto con la naturaleza y se sientan a charlar y sentir la Pachamama. Vamos, que no son cazadores recolectores porque encima son veganos, pero en sus costumbres se les aproximan. Y nosotros aquí, desinformados, pensando que una banda de adelantados quieren revolucionar la forma de vida de unos pueblerinos de la sierra de Cádiz que, por cierto, vamos varios siglos por delante a caballo de un desarrollo cultural y tecnológico que nos aleja progresivamente de la forma de vida arcaica de esta pobre gente. 





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