¿Qué pone en tu cromo?

¿Qué pone en tu cromo?

6 de mayo de 2023.

Hacía Antonio Machado una breve reseña a dos grupos de personas que había encontrado por el mundo en su poema “He andado muchos caminos”. 

He andado muchos caminos,

he abierto muchas veredas;

he navegado en cien mares,

y atracado en cien riberas.

En su discurrir por el mundo descubrió dos grandes tipos de personas:

Mala gente que camina

y va apestando la tierra…

Entre estos, soberbios, pedantones al paño y borrachos de sombra negra.

En el otro grupo encontró 

gentes que danzan o juegan,

cuando pueden, y laboran

sus cuatro palmos de tierra.

Gentes que

no conocen la prisa

ni aun en los días de fiesta.

Donde hay vino, beben vino;

donde no hay vino, agua fresca.

A lo largo de una vida medianamente larga, como empieza a ser la mía, uno acaba conociendo a un gran número de personas. Tener 1257 contactos en el móvil no es sino una pequeña muestra de los cientos de individuos que han tenido un trato más o menos significativo contigo a lo largo de tu existencia. 

Irremediablemente tendemos a definir a nuestros conocidos en pocas palabras, a veces en solo una. Nuestra retentiva seguramente no permite un mayor grado de detalle, sobre todo cuando estas personas han vivido momentos esporádicos y no muy prolongados con nosotros, y de estos hace ya años.

Así al vuelo, cuando me hablan de uno, se me viene rápidamente el adjetivo tacaño a la mente, de otro, alguien con muy mala baba, aún otro, generoso. Aquel compañero de clase que destacaba por su presunción, el bonachón, el tramposo, el habilidoso, el curioso, el cotilla, el quejica, el inocente. En los trabajos he tenido compañeros vagos, aprovechados, desprendidos, alegres, amargados, escurrebultos, puntuales, eficientes, mareadores de perdiz, fantasiosos, trepas.

Seguramente todos tenemos en nuestra memoria una especie de cromo con la imagen de las personas que se rozaron en mayor o menor medida con nosotros y al pie de foto un adjetivo o muy pocas palabras para definirlos.

¿Nos preguntamos qué aparece en el cromo con nuestra imagen para la mayoría de nuestros conocidos? Pues sin que sea un tema que nos deba preocupar en exceso, creo que sería muy revelador conocer esas pequeñas definiciones que otros hacen de nuestra persona.

Hay gente que sin muchos escrúpulos hace de su vida una carrera de obstáculos en la que no tienen reparos en derribar todo aquello que se interpone en sus fines egoístas, sean personas o elementos inanimados. Quizás consigan sus objetivos, pero irán dejando en el recuerdo de todos los que se crucen con ellos un pésimo pie de foto, un cromo que pocos querrán tener en su colección.

No es que me importe más de la cuenta la percepción que otros tengan de mí en general, siempre tiene un peso incomparable lo que Dios opine de cada uno de nosotros. Las Escrituras dicen: “Y ninguna cosa creada está escondida de la vista de él, sino que todas las cosas están desnudas y totalmente expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.”  (Hebreos 4:13) También dice la Biblia que  “ante él se escribió un libro (“de cromos”, esto lo añado yo) para recordar a los que […] meditan en su nombre.” (Malaquías 3:16).

Aunque esa valoración es la que más nos importa a los que creemos en Dios, tampoco es desdeñable la opinión general que los demás se hacen de nosotros, sobre todo, aquellos que han tenido un trato suficientemente significativo como para formarse una opinión con fundamento. Si entramos en el grupo que, como dijo Machado, va apestando la tierra, tarde o temprano también percibiremos nuestro propio mal olor, y los malolientes acaban quedándose aislados y solos.

Aunque implique pérdidas de todo tipo, es mejor desprender una fragancia lo  suficientemente agradable como para que haya personas que deseen seguir acompañándonos en nuestro camino, que digan como de aquellos con los que terminó su poema el autor que hoy me ocupa:

Son buenas gentes que viven,

laboran, pasan y sueñan,

y en un día como tantos,

descansan bajo la tierra.

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