Fue mucho más dulce que su propio nombre.

Fue mucho más dulce que su propio nombre.

5 de mayo de 2023.

Nuestra querida gata Tiramisú hoy nos ha dejado. Lo ha hecho con su habitual forma de comportarse, sin aspavientos, sin hacerse notar, sin darnos el más absoluto problema, como desde el primer día. 

Llevaba 16 años acompañándonos. A mí estos casi dos últimos años muy especialmente. Durante los meses que Rubi pasó en su tratamiento en Jerez se me subía encima todas las noches y los dos veíamos partidos de fútbol, baloncesto o lo que se pusiera por delante juntos. En mis 8 duros meses de quimioterapia y encerramiento, era una fiel compañera en el sofá, demandando mis caricias, ronroneando y empujando su cabeza contra mi mano cuando paraba de tocarla.

Hasta que no tienes el privilegio de tener contigo a un animal de estas características no puedes entender la magnitud de su pérdida. Yo que me crié sin animales en casa de mis padres, aprendí  a apreciarlos cuando los tuve en la mía. Son nobles por naturaleza y siempre dan mucho más de lo que reciben, pero Tiramisú era la gata más dócil y cariñosa que se pueda imaginar. 

La hicimos pasar por malos tragos cada verano cuando le quitábamos su pelambrera y se sometía a ese mal rato de maquinilla de afeitar que tanto detestaba. Lo hacía sin apenas protestar y aguantando estoicamente nuestra impericia como torpes peluqueros felinos.

Hoy, poco antes de las 5 de la tarde, en la cama de la habitación de Keila, emitía dos raros ronquidos que hicieron acercarse a Rubi para interesarse por ella y acariciarla. Sin ningún tipo de maullido, ni convulsión, a pesar de ser epiléptica, su corazón se paraba y ella se quedaba inmóvil acostada sobre la suave colcha como si continuara con su larga siesta. 

Sé que quién no haya desarrollado una relación tan especial con los animales puede parecerle exagerada una reacción de más de dos horas de llanto desconsolado, pero ni Rubi ni yo éramos capaces de consolarnos mutuamente. Postergábamos el triste recorrido hasta el hoyo que habíamos cavado en nuestro jardín para enterrarla imaginando que todo sería un susto del que despertaría en cualquier momento. Pero por más que apoyaba mi cabeza en su vientre y en su pecho, ningún latido ni respiración emitía. En momentos así tu corazón va por un lado y la cabeza por otro. 

No ha muerto una persona, no se nos producirá el mismo duelo que al perder a alguien de la familia, pero puedo asegurar que el cariño que se desarrolla por una compañera tan leal, cariñosa y desprendida como nuestra Tiramisú, es muy difícil de olvidar y pasar página sin que todo tu interior quede impregnado de una tristeza que dejará marcada dicha página con un recuerdo que perdurará toda nuestra vida. 

 

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