¿PROGRESAR O REGRESAR?

¿PROGRESAR O REGRESAR?

23 de febrero de 2023.

Autor foto: David Yerga. Creative Commons

Pocas noticias pueden romper más el corazón que escuchar que 2 niñas de 12 años se lancen al vacío desde un tercer piso para acabar con sus vidas, como ocurrió ayer en el pueblo de Sallent. La salud mental de los jóvenes salta a la palestra de los informativos últimamente porque presenta una situación alarmante.

Podremos buscar su origen en múltiples factores que abarcan los ámbitos familiar, escolar, político, religioso, de valores en general, económicos, sanitarios, laborales y hasta geográficos. Pero cuando un problema tan grave necesita ser abordado en tantos frentes, me parece que hacemos bien en empezar por el más urgente.

Yo me pregunto: a cada uno de nosotros, ¿qué es lo que más nos afecta emocionalmente cuando se trata del entorno que nos rodea? ¿Es que los políticos se lleven a matar, que lo hagan los compañeros de clase o trabajo, los vecinos del barrio, los de la hermandad del “Santo Disgusto”? Yo creo que no, lo que más desequilibra nuestro mundo es que nuestra familia sea un campo de batalla. 

Si se indaga en el ambiente hogareño de los jóvenes deprimidos, ansiosos y con trastornos en general, casi siempre encontramos parejas rotas, deshechas o remendadas en falso, engaños, infidelidades, maltrato y todo lo que contribuye a que la vida de puertas adentro se convierta en un infierno. Yo siempre pude soportar uno o más días de convivencia difícil en el colegio o el trabajo, pero pensar que el clima de hostilidad continuara en casa, habría sido una losa demasiado pesada para aguantar. Afortunadamente, mi casa siempre fue un refugio de paz y estabilidad, tanto la de mis padres, como la que formamos mi mujer y yo posteriormente.

En la noticia que he leído sobre las dos niñas de Sallent también se daba la misma situación, unos padres que se separaban y volvían a reunir pero de forma inestable y en un ambiente de tensión. A ello se añadía un posible acoso escolar, una también probable disforia de género y otros condicionantes, pero vuelvo a lo mismo: un hogar caldeado, beligerante y hostil suele producir el mayor malestar, sobre todo, en las mentes infantiles.

La realidad es que la familia, como institución, como germen de la sociedad ampliada está en clara decadencia. Ya se cuestiona incluso que sea la forma óptima de vivir en comunidad. En el anteproyecto de ley del Ministerio de Derechos Sociales, sin embargo, las palabras que encabezan su articulado rezan del siguiente modo: “La familia es una institución esencial dentro de nuestra sociedad y una de las principales protagonistas de los cambios que ha vivido la ciudadanía a lo largo de las últimas décadas.” Pero luego, fruto de esos cambios a los que alude, se habla de que han dado lugar a una realidad distinta, ya no se puede hablar de familia, sino familias. 

Los que rechazan el modelo clásico familiar, dicen que este es fruto del patriarcado y que está obsoleto, cerrado a las nuevas realidades. Que existen esas nuevas realidades es innegable, que hay un porcentaje importante de la población que con nueva orientación sexual o moral quiere organizarse de puertas para adentro de otra forma, también. Pero no quiero entrar a juzgar, desde mi punto de vista cristiano, si veo bien o mal esos planteamientos. Quiero detenerme solo en el cuadro que presentan las nuevas formas de convivencia, las llamemos familia, “arrejuntamientos” o como nos dé la gana. 

¿Están nuestros hijos más protegidos, felices, seguros y respaldados hoy día que hace 40 años? El 13 de febrero de 2023, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos presentaron un informe demoledor sobre la salud mental de los adolescentes. En un apartado se detiene especialmente en las jóvenes. Solo dos datos: Un 30% de chicas ha pensado seriamente en el suicidio y un 57% siempre se sienten tristes y sin esperanza.

Los expertos están alarmados con estos datos. Se achaca gran parte de la culpa a la situación de la pandemia pasada, pero ya digo que el origen creo que es multifactorial. En mi modesto juicio, creo que hay que hacer que los niños vuelvan a sentirse más seguros y protegidos en casa. Para conseguir esta tarea que se antoja tan difícil, a mi entender, hay que dar marcha atrás en muchos aspectos, pero esto puede ser tan difícil como le resultó al Titanic frenar su marcha y cambiar de rumbo cuando se veía impactar con el iceberg. 

Sonará impopular, pero habría que volver a dar estabilidad a los matrimonios, que los padres puedan estar con sus hijos más tiempo, que el divorcio y la separación se vean como el último recurso a tomar para resolver los desacuerdos, que la educación de los jóvenes, hasta su mayoría de edad, se la ofrezcan sus padres, no los dispositivos electrónicos, que no se banalice la infidelidad, que el descubrimiento de la sexualidad de los jóvenes siga el curso natural y no se anticipe, que se premie a los padres responsables que pongan el modelo de buenos hábitos respecto al alcohol y drogas, que se fomente el respeto en las parejas, que los modelos de vidas desordenadas y excesos no acaparen las portadas, sino que lo hagan los de aquellos equilibrados y estables, que se deje a los niños creer en Dios y en un catálogo de valores morales que excede al de los humanos, que se enseñe siempre a resolver los conflictos sin violencia. En resumen, que el bienestar de nuestros hijos esté en el primer puesto de las prioridades de la sociedad, dejando en segundo plano los derechos de sus progenitores. 

Si esta sociedad sigue produciendo jóvenes desdichados, lo que nos espera es una nueva generación de infelices que serán incapaces de cuidar de ellos y, por lo tanto, de nadie más. Otra vez pregunto: si el llamado progreso, produce este retroceso tan marcado en el bienestar de los más vulnerables, ¿no habrá que cambiar el verbo progresar por regresar? Quizás habría que volver a adoptar formas de comportamiento que estamos abandonando. El dicho popular dice que cuando un tonto coge un camino, el camino se acaba y el tonto sigue. ¿Tan tontos somos que vamos a seguir caminando hacia el precipicio?

Recomiendo encarecidamente este artículo que abunda en el tema y ofrece soluciones. Por favor, hagamos el esfuerzo de leerlas sin prejuicios, de lo contrario, siempre estaremos nutriéndonos de la misma fuente de consejos, y ya vemos a dónde nos está llevando.

https://www.jw.org/es/biblioteca/articulos/otros-temas/salud-mental-adolescentes-biblia-ayuda/







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