DAILY GOOD NEWS

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26 de agosto de 2024.

Algunas veces sueña uno con que un gran petardazo acabe de una vez con este planeta plagado de problemas. A pesar de confiar en que el que nos puso aquí algún día arregle este desaguisado, la alargada espera para que eso ocurra te lleva a desear que todo acabe aunque esto suponga un desenlace como la de aquel planeta, Alderaan, en la saga de La Guerra de las Galaxias que la estrella de la muerte hizo reventar en un millón de pedazos.

La masacre de Gaza, los bombardeos continuados en Ucrania, los asesinatos a cuchilladas patrocinados por una llamada “guerra santa”, la avaricia de los políticos, la codicia de los grandes magnates, las enfermedades inesperadas, el odio al diferente. Podría seguir con un largo etcétera de malas noticias que todos los días nos inundan el ánimo de desesperanza.

Pero hay un pasaje proverbial que a menudo acude a mi cabeza. Salomón, a quien se le atribuye una sabiduría otorgada por Dios, fruto de su humildad, puesto que cuando se le dijo que pidiera un deseo, como en el cuento de la lámpara de Aladino, no pidió riquezas ni abundancia material, sino capacidad de discernir lo correcto en situaciones complicadas, las que se le iban a presentar como rey, dijo en tono paternal a su hijo: que la sabiduría práctica y la capacidad de pensar te acompañen.

La sabiduría práctica, como su propio nombre indica, tiene más que ver con el pragmatismo que con la teoría. Sobre el papel todos dilucidamos la solución a los problemas, pero cuando nos vemos en el embrollo, nos cuesta sobremanera tomar decisiones concretas para evitarlo o salir de él. La capacidad de pensar queda ensombrecida por la preocupación cuando esta última no se controla.

Ante un mundo tan complicado y deprimente como el que describía en el segundo párrafo, no es práctico caer en ese derrotismo que nos invade cuando bajamos la guardia de nuestra sabiduría práctica y capacidad de pensar. No es práctico recrearse en los problemas individuales o globales, y tampoco lo es pensar en la solución fácil del holocausto global e instantáneo. ¿Por qué? Porque la lógica aplastante del sentimiento que sigue siempre al pensamiento hace que el pesimismo nos atrape en una rueda que muchas veces acaba en círculo vicioso: los problemas nos angustian y la propia angustia nos genera un problema mayor.

Hoy me he levantado con la resolución de dejar de recrearme por un día en los titulares periodísticos y lanzar desde las rotativas de mi cabeza los míos: la risa de mi nieto contagia la alegría más auténtica, el termómetro nos dará una tregua de unos cuantos grados y la noche se presentará más fresca, el gazpacho frío al mediodía me refrescará el gaznate y alegrará mis papilas gustativas, después de un año mi querida sobrina-hermana llega desde México para pasar un mes con nosotros, mis hijas, yernos, suegros, esposa, todos pasan por un periodo de paz y ausente de grandes problemas, los ahorros siguen dando para algún que otro capricho, las articulaciones siguen respondiendo a los esfuerzos que les exijo, los numerosos amigos siguen estando ahí y mi próxima revisión oncológica se presenta sin muchas preocupaciones en el horizonte.

Tan solo esbozar un párrafo como el anterior nos insufla el aire de positividad que tantas veces necesitamos. A falta de una solución definitiva para este mundo caótico en el horizonte inmediato, hacemos bien en detenernos cada día en los motivos personales y más cercanos por los que merece la pena tirar para adelante con positividad, de lo contrario, los nubarrones que nos anuncian los medios, acaban provocando un aguacero, que puede terminar en una dana destructiva que enfangue nuestro interior. Mi lectura será hoy la del rotativo Daily Good News. Espero que tú también te crees tus propios titulares, y que estos sean solo ilusionantes.



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