(84º) DIARIO DE UN LINFOMA (desintoxicación informativa).

(84º) DIARIO DE UN LINFOMA (desintoxicación informativa).

21 de agosto de 2022.

Dejar de hablar de cáncer y náuseas, de hecho me dijo Montse que durante esta semana, por prescripición médica, hasta debía evitar el término (acabo de incumplirlo, pero como diría el emérito: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”).

Esta semana que me encuentro bien, de hecho, cada mañana que me levanto me siento con las piernas menos cargadas y con más fuerzas, voy a intentar llenarla de actividades ilusionantes para mí y de música agradable. Me lo ha mandado mi psicóloga, así que como no lo cumpla me van a tirar de las orejas. Ayer un par de amigos me enviaron recomendaciones musicales optimistas. Cristina me envió el enlace de una colaboración de Dua Lipa y Elton John con la canción de este último “Cold heart”. Mi amigo Manolo de Cádiz me dijo que para él, la canción positiva por excelencia es “Don»t Stop” de Fleetwood Mac. La letra es 100% estimulante. Estoy abierto a sugerencias, así que si tenéis alguna que os ponga especialmente de buen ánimo, ya sabéis, mandadme un enlace, que hasta bailo si la canción lo merece.

Anteayer por la noche fui a jugar al tenis con Jairo. Fui capaz de aguantar hora y media. Nunca dejaré de asombrarme de la capacidad de recuperación de mi cuerpo, vaya, de cualquier cuerpo, el mío no tiene nada de especial. Tres días antes puedo asegurar que no podía casi ni subir las escaleras de mi casa, pero este viernes fui capaz de correr, saltar y golpear con fuerza la pelota. Claramente no tenía la energía que habitualmente desarrollo jugando al tenis, pero me doy con un canto en los dientes por ser capaz de hacerlo al grado que pude hace 48 horas.

Ayer visualicé la última sesión de la asamblea regional de 2022 y de nuevo estaba cargada, esta última parte, de vídeos y canciones animadoras. Mi estado físico y anímico me ha permitido también realizar los ejercicios de Mindfulness que me indicó Montse, aunque no 3 veces al día.

Entre ayer y hoy he recibido la visita de mis hermanas y cuñados, que teníamos ganas de vernos cara a cara, todos ellos luciendo un envidiable moreno. Yo, este año, estoy blanco como la pared, lo que me da un poco de peor aspecto, pero ya me resarciré el año que viene con mi veraneo en las Seychelles (eso quisiera yo).

Como hoy me ha cogido un poco el toro y tengo otros menesteres que atender, voy a ser especialmente breve. Antes voy a insertar un par de fotos que ayer olvidé relacionadas con mi actividad de visitas a los hogares de los vecinos para hablarles de las buenas noticias que contiene la Biblia. Esta primera foto se la hice al timbre más cutre que me he encontrado en todos los hogares que he visitado (hasta ponía con lápiz “No suena”). ¿Podía tener más mugre? En todo caso era mejor que el que habían puesto de pega unos niños graciosos en la puerta de su piso en una calle de Ubrique. Se trataba de un pulsador que tenía un diminuto agujero en medio del que salía una aguja. Cuando lo toqué con la yema de mi dedo índice, noté el pinchazo y hasta me salió sangre. Cuando lo hice con los nudillos y me abrió la puerta su madre, dos granujillas sonrientes me miraban desde el fondo del pasillo.

Esta otra foto es de un cartel que todavía debe tener la puerta de un piso de Ubrique. La verdad es que está redactado con mucha educación, pero no deja de ser curioso. Lo de “adeptos a religiones varias” no creo que alcance a muchas que no sean la mía, porque pocas he visto que hagan visitas de casa en casa.



Finalizo retomando la recomendación de Montse. De vez en cuando es muy positivo tomarse un respiro de todos los estímulos negativos que nos circundan. Si ya de por sí, al estar enfermo hay una serie de ideas relacionadas con la dolencia y su tratamiento que están continuamente revoloteando por tu mente, la realidad que nos rodea también está cargada de mensajes más bien desoladores: ola inusual de calor, central nuclear en Ucrania amenazada, China tensa la relación con Taiwan, el otoño nos traerá una recesión, los pantanos se secan, la guerra de Ucrania se enquista, la inflación desbocada no cesa, el gas nos lo cortarán… Podría seguir, pero ya me está entrando ansiedad nada más relacionando desdichas. 

No vivimos en un mundo ideal, claro que no, tampoco se trata de usar la táctica del avestruz, meto la cabeza en un hoyo y me siento protegido. Pero, insisto, de vez en cuando hay que hacer un esfuerzo por dejar de recibir noticias que nos desmoronan. Yo lo voy a hacer, por lo pronto, una semana. ¿Por qué no os lo proponéis alguno de los que me leéis? No va a pasar nada por dejar de escuchar o ver los informativos 7 días. Claro que me gusta estar informado, pero no creo que nada realmente relevante me vaya a perder los últimos días de un mes de agosto. Podré sobrevivir sin enterarme. Como sustitución, voy a retomar alguna novela. Dicen que con el tiempo dejamos de leer ficción y está demostrado que es bueno para la memoria. Como tienes que memorizar nombres de personajes y acordarte de lo que va aconteciendo para entender el desenlace de la trama, dicen los expertos que es un ejercicio magnífico para evitar el deterioro cognitivo.

Y para terminar, vuelvo a la música. Mi Bunbury es demasiado tenebroso para escucharlo estos días, así como Depeche Mode y otros de los grupos que me gustan, pero cuyas melodías están cargadas de melancolía. Creo que sin pasarme al “pachanguerismo” más desatado, esta semana voy a escuchar hasta la Bomba de King África. Espero vuestras recomendaciones. Feliz domingo. 

Los comentarios están cerrados.