(78º) DIARIO DE UN LINFOMA (¿También tú, fiebre?).

(78º) DIARIO DE UN LINFOMA (¿También tú, fiebre?).

15 de agosto de 2022.

Cada día guarda sorpresas, unas agradables y otras no tanto. Con mi querido linfoma, suelen ser más las primeras que las segundas. Ayer por la tarde, en pleno Black Sunday, tercer día post-quimio, me sentía muy mal, como viene siendo habitual. Es ese malestar tan especial que te produce el envenenamiento, difícil de describir, pero muy desagradable. Después de comer, para poder echar mi siesta un poco más relajado, me tomé un Paracetamol y cerré los ojos algo más de media hora. A media tarde recibí una llamada de mi amigo Rubén, de Chiclana, y departimos durante un buen rato sobre nuestras cosas. Siempre es agradable charlar con él, porque siendo mucho más joven que yo, atesora reflexiones dignas de escuchar siempre. Ahora tiene un canal de Youtube que se llama “Comienza la clase” y aprovecha el conocimiento de sus compañeros de profesión, docentes de Idiomas, Historia, etc. para que, en vídeos cortos, expliquen algo interesante sobre la materia que imparten. Por ejemplo, me gustaron mucho tres vídeos en los que un profesor de Historia habló del estoicismo y algunos principios prácticos de esa corriente filosófica que hoy nos pueden servir.

Terminé de charlar con él y un frío desagradable me empezó a invadir, cada vez más intenso. Me puse el termómetro y ya me subía la fiebre a casi 38. Jesús me tiene advertido de que si me llega a 38,5, y no remite con Paracetamol, me tengo que ir a urgencias, pues bien, una hora más tarde estaba en esa cifra. Hacía un buen rato que me había tomado un Nolotil, pero parece que la calentura no cedía. Llamé a urgencias y un médico me dijo que alternara cada 4 horas entre el Nolotil y el Paracetamol y que observara durante la noche la evolución. Si no mejoraba, entonces que me valoraran en urgencias. 

Afortunadamente, a algo más de las 11 empecé a sudar y sobre las 12 me fui a la cama y ya bajaba de 38 de nuevo. Me quedé dormido y a la 1 me tomé de nuevo Paracetamol, tenía entonces 37,3. Esta mañana me he levantado sin fiebre, pero sigo con el malestar propio de los días post-quimio en los que estoy.

Hasta ahora nunca me había subido la fiebre tanto. Es un signo de alerta que no puedo dejar pasar, porque con mi neutropenia (el déficit de defensas) tan acusada, el riesgo de infección es muy alto. Anoche se me hacía un mundo la hora de camino que tenía hasta llegar al hospital de Jerez, así que hoy nos vamos a desplazar hasta allí después de comer, por si me vuelve a subir la fiebre. No tengo síntomas alarmantes de infección: dificultad para respirar u orinar, diarrea, vómitos, ni nada parecido, pero los inmunodeprimidos tenemos que actuar rápido antes de que una posible bacteria o virus se propague.

Lo positivo es que me he levantado con ganas de escribir un rato. Creo que hoy no será mucho, porque las fuerzas andan escasas y el sofá me llama con un suave susurro para acogerme entre sus mullidos brazos.

La mañana benaocaceña se ha levantado sumamente fresca, a 16 grados. Si tuviera más fuerzas, me apetecería echar un paseo, pero ayer hice el intento y, a la vuelta, la cuesta de 50 metros que tuve que subir, parecía el Tourmalet. Voy a flojear un poco más esta mañana y ya veré cómo progresan mis escasas energías durante el día.

Sé que me repito, pero ¡qué poco valoramos el encontrarnos bien! Anoche fue un rato de los peores que he experimentado físicamente. Si ya me generan un malestar intenso los efectos de la quimio, acompañados de fiebre alta, se multiplican por 2. Esta mañana, sin fiebre, solo sufro los primeros. Pues me siento el rey del mambo. Firmo este estado los próximos días. Si, como en otras ocasiones, pasados 6 o 7, vuelvo a tener fuerzas como para echar un rato de tenis, me convertiré en el rey del mundo. Cuando uno se levanta de forma habitual sin fiebre, dolores ni malestar agudo, deberíamos dar palmas con las orejas. Sin embargo, lo damos por sentado y no nos genera ningún bienestar, es más, lo obviamos y, muchas veces, empezamos a pensar en los problemas que nos vamos a encontrar durante el día.

Si salgo de esta, que es lo que entra dentro de mis cálculos, cada mañana que me levante en condiciones besaré la yema de mis dedos e iré tocando con ella distintas partes de mi cuerpo. “Os quiero rodillas, porque no me doléis. Gracias corazón, porque hoy lates acompasado. Maravillosa cabeza, no ardes de fiebre. Os amo, pulmones, os llenáis a plenitud”. No sigo porque sobran otras explicaciones más íntimas. Lo cierto es que como no actúe así a conciencia, y empiece a dar por sentado lo bien que se está cuando se está bien, me abofetearé también simbólicamente, para recordarme: “Venga, no seas estúpido. Agradece, que todos los días no te vas a levantar de este modo”.

Rubi y yo hemos decidido irnos esta tarde para Jerez, porque entra dentro de lo probable que me vuelva a subir algo la fiebre. Anoche se me antojaba una odisea la hora de camino hasta el hospital, así que prefiero estar a 5 minutos en caso de que tenga que acudir a urgencias. 

Acabo aquí. Rubi ha bajado por mi suegra para que eche la mañana con nosotros. Mi suegro viaja a Sevilla a recoger en el aeropuerto a mi cuñado, que viene unos días desde el norte, donde vive. El día se presenta con temperaturas sumamente agradables, así que el que pueda, que aproveche para disfrutarlo. Besos.



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