(185º) DIARIO DE UN LINFOMA (Si es que tengo unos neutrófilos que no me los merezco).

(185º) DIARIO DE UN LINFOMA (Si es que tengo unos neutrófilos que no me los merezco).

23 de diciembre de 2022.

Sí, ya sé que estoy resultado un escritor vago y poco prolífico en los últimos días, pero ¡es que estoy volviendo a vivir! Ayer, de nuevo, hice una vida más normal. Estuve varias veces en la Renault a cuenta de una avería del Clio que no saben a cuento de qué se ha producido. Los 4 intermitentes no dejan de parpadear, le han cambiado el botón y sigue igual, así que fui a recogerlo y no pude hacerlo. Estuve comprando cable de antena para sustituir el viejo, que me está dando problemas para sintonizar los canales. A última hora de la tarde tuve una reunión en el salón del Reino con mis 8 compañeros, todos con mascarilla y guardando las distancias, somos muy prudentes. En fin, de nuevo cierta actividad, algo que echaba de menos con todos estos meses de encierro y malestar. Ah, y se me olvidaba, por la mañana tenis con mi amigo Jairo casi a pleno pulmón.

El martes por la noche me llegó un mensaje de analizalab.com con los resultados de mi analítica. Premio (no es el gordo, pero tiene el valor de un tercero, por lo menos). En unas 5 semanas he recuperado mis niveles normales de hemoglobina, hematocrito y hematíes, ya no tengo anemia, y lo que es más importante aún, mis neutrófilos me han mostrado que no necesitan el Filgrastin para volver a reproducirse con normalidad, que han decidido volver a trabajar para mí sin estimulantes y han alcanzado también niveles normales. Esto no quiere decir que estén a pleno rendimiento, ya me dijo mi segundo hematólogo de cabecera, Roberto, que en 4 o 5 meses debía considerarme inmunodeprimido, pero por lo menos ya no soy un “super-inmunodeprimido”. 

Los únicos valores que estaban alterados eran el colesterol (315), que nunca lo he tenido tan alto, y el GGT (225), que es un indicador de que en mi hígado algo no marcha del todo bien. Lo primero tiene perfecta explicación: desde que he recuperado mi paladar y desaparecieron las náuseas estoy comiendo como una lima sorda. Lo estoy haciendo además sin muchas precauciones, me he pasado con dulces y embutidos, por ejemplo y, como en mi familia tenemos predisposición a la hipercolesterolemia, ahí está la causa. Bueno, habrá que poner pies en pared y volver a eliminar las grasas, de hecho ya he empezado. Lo segundo podría resultar preocupante, ese indicador (GGT) habría que controlarlo, pero también me dijeron Jesús y Rodolfo que el daño hepático puede estar producido seguramente por la quimioterapia y debería ir desapareciendo con el tiempo. En todo caso, tendré que controlar sendas alteraciones con las revisiones periódicas.

Esta mañana voy a intentar ponerme la vacuna del COVID. Lo he estado pensando y no dejo de tener ciertos reparos, porque otra vez voy a volver loco a mi sistema inmunológico, pero, por otra parte, le tengo pánico a pillarlo ahora que estoy volviendo a la normalidad y corro más riesgo, cuando todavía no lo tengo al 100% y una complicación respiratoria podría ponerme en riesgo. En fin, espero que no me dé una reacción demasiado potente y pase el fin de semana medio en condiciones. La semana que viene queremos Rubi y yo quitarnos de en medio 4 días, de lunes a jueves, para intentar salir de esta rutina tan desagradable que hemos llevado todos estos meses. Ella empieza sus vacaciones y yo quiero otear nuevos horizontes durante unos días. La verdad es que lo necesitamos (entiéndase necesitar como fuerte deseo, ya sabéis que huyo de la “necesititis”).

El día 30 de diciembre, a las 9 de la mañana llegará otro gran momento, mi prueba de PET-TAC en Sevilla. Ojalá salga bien y podamos iniciar una nueva etapa bien distinta a este convulso 2022. Una vez que tenga los resultados y con la vacuna del COVID ya haciendo efectos en mi sistema inmune, quiero empezar a asistir a las reuniones y atender de nuevo a mi padre, entre otras cosas. Pero bueno, hay que ir paso a paso, no se trata de correr ahora que vamos saliendo del agujero. Rodolfo me insistió mucho en que fuera sensato y prudente y no quiero precipitarme.

Esta semana que viene escribiré poco, o eso pretendo, porque queremos Rubi y yo dedicarlos a la vida contemplativa: pasear, leer y descansar. Le he regalado el libro de Luz Gabás que fue premio Planeta este año. No es ella demasiado fan de los agraciados con este galardón pero, en este caso sí, porque le gusta mucho cómo escribe la autora. Dice que se lo va a llevar para echar también unos ratitos leyendo, una de sus aficiones que ha tenido abandonada mucho tiempo porque su trastorno le afectaba a la concentración.

Ya le quedan pocas jornadas a mi diario. Como dije, cuando reciba los resultados del PET-TAC, me despediré de él, al menos por ahora. Espero hacerlo con las mejores noticias, pero ya sabemos que la vida no es casi nunca como la planeas, sino como se presenta. Venga lo que venga, lo intentaré afrontar con la mejor disposición que mi ánimo me permita. Este año ha sido una prueba de máximo nivel en mi vida. En ella he afrontado adversidades, como todo el mundo, que han puesto a prueba mi resistencia y aguante, también la calidad de mi fe, como recoge Santiago en su carta, pero ninguna había sido del calibre de la que me he encontrado en el 2022. Creo que, hasta ahora, la he superado con cierta dignidad de la que me siento orgulloso, así que eso es de las pocas cosas buenas que una enfermedad grave puede aportarte, un bagaje de resiliencia que nos puede servir para contrariedades futuras.

Como ya he explicado, no celebro la Navidad, pero espero que los que disfrutáis estos días de vacaciones o del contacto con la familia, le saquéis el máximo partido y que en lo personal, el próximo año 2023 sea por lo menos un poquito mejor que este. Todos seremos algo más viejos, pero espero que también más sabios. Feliz día.

 

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