(170º) DIARIO DE UN LINFOMA (¡Los pájaros disparan a las escopetas!).

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26 de noviembre de 2022.

Esto va bien. De nuevo esta mañana me encuentro bastante fino. No me puedo descuidar con el tema de las defensas, que ahora deben estar por los suelos, pero mis fuerzas y sensación interior son buenas. A disfrutar del día, que lo merece.

Me he comprado este sombrero para protegerme del sol con más elegancia, pero dice mi Rubia que no me lo tenía que haber comprado negro, que me hace todavía más mala cara. Vaya, es que yo no sabía que los artículos del Black Friday podían ser de otro color. Bueno, ahora en los mercadillos voy a parecer un patriarca, a ver si me dejan los calzoncillos y las bragas más baratos.

Esta semana nos están dando para el pelo a los testigos en algunos medios de comunicación. Menos mal que algunos rectifican con elegancia y publican otro tipo de artículos, como La Opinión de Málaga (https://www.laopiniondemalaga.es/sociedad/2022/11/24/derecho-rectificacion-testigos-jehova-79052209.amp.html).

Por mucho que la sociedad se esfuerce en admitir a las minorías, estas nunca reciben el trato más justo. Nosotros somos unos 120.000 en España, 1 de cada 400 habitantes, por lo que no somos todo lo conocidos que me gustaría. Precisamente de eso me apetece compartir una reflexión.

Esta semana ha comenzado un juicio en el que la demanda la hemos interpuesto los testigos de Jehová contra una asociación de ex-testigos que publica información calumniosa contra nosotros. Lo curioso es que siendo nosotros los denunciantes, algunos programas de televisión encabezan su información diciendo que antiguos testigos denuncian a la organización por supuestos abusos, coacciones y ocultación de delitos graves como la pederastia dentro de la organización. ¡Vaya tela! El mundo al revés, los denunciados resulta que son los denunciantes. A eso se le llama veracidad.

En uno de esos programas, 3 tertulianos intervienen y dicen que a los testigos siempre nos ha rodeado un halo de misterio y secretismo, que somos un grupo hermético y cerrado. ¡Vaya tela de nuevo! ¿Qué considerarán ellos hermetismo? Tenemos reuniones públicas dos veces por semana. Nuestros salones del Reino, los locales de reunión, están abiertos a todo el mundo y con el horario de dichos encuentros en la puerta. ¡Pero si estamos deseando que la gente venga a visitarnos! Cuando celebramos Asambleas Regionales, que son reuniones multitudinarias, hacemos una campaña especial para invitar a todas las personas a que asistan. Es más, somos el único grupo religioso que vamos casa por casa para tratar de explicarles a las personas lo que creemos. Si las personas nos recibieran y escucharan podrían preguntarnos todo lo que quisieran sobre nosotros. Ya nos gustaría que la mayoría hiciera eso y nos dijeran: “Pase, pase, que tengo ganas de conocerlos y saber más de ustedes”.  Nos ponemos en las calles con expositores en los sitios más frecuentados de las ciudades. Trabajamos, como todo el mundo, en fábricas, institutos (como Rubi y yo), algunos tenemos negocios abiertos al público y vivimos en vecindarios que no son guetos de testigos. Si nuestra principal característica es ser cerrados, ¿cómo calificarían estos tertulianos a las monjas de clausura?

Claro está, en nuestro tiempo libre es verdad que nos relacionamos sobre todo con compañeros de creencia, aunque no de forma exclusiva, pero esto es lo que hace todo el mundo. Su tiempo de recreación lo suele emplear con los que tienen aficiones o intereses comunes. No me imagino a Irene Montero yéndose de cañas con Iván Espinosa de los Monteros (aunque sus apellidos se parezcan). Además, muchas de las reuniones sociales que congregan a la gente son motivadas por eventos religiosos que nosotros no celebramos. Sí, las relacionadas con la Navidad, aunque para muchos ya no tienen carácter religioso, en realidad tienen ahí su origen. Todo el mundo entiende que los católicos no participen en el Ramadán y todo lo que eso envuelve para los musulmanes, lo contrario también debería admitirse.

Por otra parte, ¿a quién le sorprende que los ex de cualquier organización hablen mal de la que fueron expulsados o abandonaron por disconformidad con sus reglas, principios o valores? Nosotros no hacemos miembros de nuestra religión ni siquiera a nuestros hijos a los pocos días de nacer, sino que dejamos que sean ellos con una edad más madura los que lo decidan. Es lógico por tanto, que una persona que libremente decidió asumir unos valores cristianos y un determinado comportamiento, abandone esa organización si cambia de parecer o que admita que sea dado de baja de ella si no está dispuesto a seguir cumpliendo con esos valores con los que se comprometió. 

Eso que acabo de explicar es lo que hacen otro tipo de organizaciones con sus miembros. Si en un partido político tienen unos determinados principios éticos, por ejemplo, sobre la corrupción, es lógico que le retiren la militancia a un miembro que reciba sobornos, o hasta que en un club de fútbol que proclama un determinado comportamiento contra el racismo, expulse a socios que actúen apoyándolo. Ahora ¿qué vamos a esperar? Que el corrupto diga que su partido es maravilloso porque lo echó de la organización. Pues no es lo que suele suceder precisamente, sino que despotrica contra sus dirigentes y trata de justificar su proceder con peregrinas excusas. Hasta en un ámbito más cercano, yo todavía no conozco a nadie que lo hayan echado de un trabajo que hable bien de sus jefes.

En fin, para los cristianos no debe ser ninguna sorpresa recibir un trato desfavorable por las mayorías de su tiempo, la Biblia ya lo advirtió. Por ejemplo, el apóstol Pedro dijo: “Ellos están sorprendidos de que ustedes no sigan corriendo con ellos en el mismo estilo de vida desenfrenado y decadente, y por eso hablan muy mal de ustedes” (1 Pedro 4:4). Fue lo que pasó en tiempos del emperador Nerón que, según los historiadores, esparció la calumnia de que los cristianos habían incendiado Roma. Más tarde, Tertuliano, un escritor del siglo II llegó a decir: «Piensan que los cristianos son la causa de cada desastre público, de cada aflicción con la que la gente se encuentra. Si el Tíber se eleva tan alto como las murallas de la ciudad, si el Nilo no enviara sus aguas sobre los campos, si los cielos no dieran lluvia, si hay un terremoto, si hay hambruna o pestilencia, inmediatamente el grito es, «¡Fuera, los cristianos a los leones!»»

En fin, cada uno que saque sus propias conclusiones. A mí, después de más de 4 décadas observando este tipo de comportamientos, no me genera mayor malestar. Jesús dijo que “En cualquier caso, la sabiduría queda demostrada por sus resultados” (Mateo 11:19). Esto lo dijo cuando lo acusaron de glotón y bebedor de vino. No se molestó demasiado en rebatir esas falsedades, dejó que el resultado de su conducta desmintiera tales acusaciones, así que yo me conformo con que los que nos conocen más de cerca se atengan a eso que conocen y no a lo que propaguen periodistas mal informados o tendenciosos, o exmiembros resentidos.

Vaya, que me he puesto más serio de lo que me he levantado esta mañana, que tengo ganas de guasa y de pasármelo bien. Cojo mi sombrero y tiro para Jerez, que tengo que aprovechar el bonito día que me encuentro bastante bien. A pesar de todos los contratiempos, la vida es bella, como rezaba en el título de la película.

Besos y abrazos. 



 

 

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