(165º) DIARIO DE UN LINFOMA (Los ojos se van acostumbrando a la luz).

(165º) DIARIO DE UN LINFOMA (Los ojos se van acostumbrando a la luz).

19 de noviembre de 2022.

Esta foto y la que inserto al final las tomé desde el coche cuando veníamos de vuelta a casa el jueves, después de la última sesión de quimioterapia.

Ya han pasado 48 horas desde mi último paso por el Hospital de Día y de la última sesión de quimioterapia. Estoy en mis días malos. Hoy va a ser un Black Saturday a tenor de las sensaciones con las que me he levantado. Tengo náuseas y el malestar interior en el pecho tan característico de estos días, pero ¿sabéis qué?, que va a ser mi último  Black Saturday por la quimio. Seguramente mañana domingo tampoco va a ser bueno, pero también será el último. Y cada día que pase será uno menos de la semana negra post-quimio.

Cuando ayer contaba ese sentimiento enfrentado al que no encontraba explicación que sentí el jueves, varios amigos, privadamente, me han dado su interpretación. La verdad es que me ha sorprendido la vena psicológica que algunos tenían ahí escondida, porque creo que entre todos han dado en el clavo. Algunos apuntaban a que es al finalizar un periodo de estrés cuando aflora la ansiedad, otros a que produce tristeza abandonar una rutina que ha formado parte de tu vida, aunque sea de un carácter tan duro. También a qué es normal mirar hacia atrás con un punto de nostalgia cuando se acaba un proceso. Estas y otras interpretaciones, en conjunto, pueden dar razón a mi tristeza-rabia-frustración de anteayer.

Muchas veces, no obstante, nos empeñamos por encontrarle la razón y el origen a nuestras reacciones y esto puede producir una frustración añadida cuando no lo logramos. Es verdad que produce cierta tranquilidad creer que hemos acertado en el motivo que ocasiona nuestra reacción, pero los caminos de la mente no son siempre tan obvios como los del cuerpo. Una hepatitis aguda, como la que sufre mi amigo Roberto, puede tener como causante un determinado agente tóxico, y si hubieran dado con él, la mayoría se anula con su antídoto. No suele ser tan fácil con los pensamientos negativos o las emociones que estos producen. No creo que sea bueno torturarse en exceso por no encontrar el origen de nuestro malestar emocional.

No quiero decir con lo anterior que no sea un buen ejercicio descubrir determinados pensamientos que originan una emoción negativa, pero si no lo logramos, el siguiente paso podría ser simplemente dejarse sentir esa emoción y no sufrir culpabilidad alguna por hacerlo. Los días tristes no tienen por qué convertirse en semanas, ni meses. Esa prolongación de la pena sí es algo preocupante a lo que hay que atender, pero días, horas y momentos bajos vamos a tenerlos todos, y no ocurre absolutamente nada por vivirlos.

Desde hace unos meses uso esporádicamente Instagram y cuelgo alguna foto y enlaces a mi diario. No soy ni mucho menos un influencer, ni pretendo serlo. Cuando escucho de ellos o veo las publicaciones-historias diarias que insertan algunos de los que sigo, siento una pereza increíble por emular ese esfuerzo enorme de colgar contenido multimedia de cierta calidad. Para los que obtienen importantes ingresos por el número de seguidores que acumulan tiene que ejercer una tremenda presión el hecho de mantenerlos e incluso incrementar su número. Supongo que eso les llevará bastante tiempo todos los días preparando contenido. El caso es que aunque mis publicaciones no han sido virales, ni mucho menos, me sorprendió ver que anoche, casi 600 personas vieron y le dieron al corazoncito a mi “reel” (no sabía ni lo que era eso) con el vídeo de mi último toque de campana. Con 80 seguidores que tengo, no sé siquiera cómo ha llegado casi a 600. De todas formas, si sirve para animar a los que están pasando por el proceso de la quimioterapia, habrá merecido la pena ser instagramer por un rato.

También ayer recibí muchas felicitaciones por el fin de mi tratamiento. Creo que les respondí dándoles las gracias a todos, pero si alguno se me pasó, por aquí reitero mi sincera gratitud por tantas muestras de aprecio. Este camino lo comencé sintiéndome muy acompañado, primero por mi familia, luego por mis hermanos, amigos, compañeros y todos aquellos que suman las 4 funciones a la vez. Ahora lo acabo con el mismo acompañamiento, bueno no, con mucho más. Este diario me ha permitido conocer a nuevos amigos, recuperar a algunos con los que perdí el contacto y sumar a mi cohorte de personas queridas muchos más de los que podía imaginar. 

Como ya anticipé, a partir de ahora no siempre voy a escribir todos los días, y cuando tenga los resultados del PET-TAC, a finales de diciembre, pondré el broche a este relato que comencé en mayo. Mientras tanto, seguirá sirviéndome de desahogo plasmar en un papel electrónico lo que voy sintiendo, sobre todo ahora que, cada día, después de atravesar un oscuro túnel, mis ojos van acostumbrándose a la luz brillante de un nuevo día.



Los comentarios están cerrados.