(162º) DIARIO DE UN LINFOMA (Donde esté tu tesoro…).
15 de noviembre de 2022.
¡2 días para mi última quimio! Ayer me puse mi penúltima inyección de Filgrastin y en un rato me pondré la última. Anoche ya me sentía el malestar característico que me produce el medicamento, pero bueno, todo se sobrelleva mejor sabiendo que vamos acabando el proceso.
Esta noche he dormido regular. A mitad de la madrugada me acordé de que Jesús, mi hematólogo, no me había mandado el volante para la última sesión de quimio y ya vamos contrarreloj, puesto que tengo que enviársela a Asisa para que la autorice. Es lo que ya he expresado en varias ocasiones, si yo no se lo recuerdo, se le pasa enviármela. Entiendo la saturación que llevan los especialistas en las compañías privadas, pero en los servicios de oncología de los hospitales públicos están más organizados.
Precisamente, acabo de venir del hospital de Villamartín para que me dieran los resultados de una analítica que le hacen a mi suegro cada 6 meses. Él padece un tipo de leucemia crónica que, en personas mayores, puede permanecer años sin causar graves problemas, como es su caso. La analítica mostró que estaba igual que hace 6 meses y la enfermedad no ha progresado. Me he arriesgado a ir yo al hospital (me puse una mascarilla FPP3) porque quería hablar con el hemato-oncólogo que lleva a mi suegro para consultarle sobre cómo proceder en enero para pasarme a la sanidad pública. El doctor se ve bastante amable y me dijo que cuando me asignaran un médico de cabecera le pidiera una cita para oncología y serían ellos los que me harían el seguimiento. Me preguntó sobre mi estadiaje y cuando le dije que era IIISB, me confirmó que 4 ciclos de quimioterapia (8 sesiones) eran muy poco, que se ponen mínimo 6 y que ahora, al finalizar el tratamiento, el equipo se reunía para valorar si aplicar radioterapia o algún ciclo adicional. Ellos llevan a los enfermos de la Sierra, pero en colaboración con la unidad de hemato-oncología de Jerez.
En Villamartín llovía a cántaros y llego a Benaocaz y apenas lo hace. Generalmente es al contrario, en la Sierra llueve mucho más, pero estas últimas borrascas parece que llevan un recorrido distinto y este año la comarca está más seca que el sobaco de una momia.
Llevo unos días escuchando noticias sobre el fiasco de FTX, una empresa de criptomonedas que, de la noche a la mañana, ha entrado en bancarrota. Me llamó la atención esta noticia que capturé de El Confidencial.
En el artículo dice que probablemente es la debacle económica más importante de la historia financiera de las empresas. No he investigado mucho si es así, pero la historia está plagada de ejemplos que me recuerdan estas palabras que se escribieron hace 3.000 años:
“No te desvivas consiguiendo riquezas. Detente y muestra que tienes entendimiento. Cuando pones los ojos en ellas, desaparecen, porque sin falta les saldrán alas como las del águila y se irán volando por el cielo.” (Proverbios 23:4,5).
Este chaval, Sam Bankman-Fried, llegó a ser el multimillonario joven más acaudalado con solo 27 años. En 2019 fundó su empresa y a principios de este año llegó a acumular un patrimonio de 26.000 millones de dólares. Aunque este había caído hasta los 16.000 esta semana pasada, lo que nadie preveía era que en un solo día se esfumarían totalmente. ¡Menudas alas tenía el águila que se los llevó!
De nuevo queda manifiesto que los humanos caemos en importantes errores cuando depositamos nuestra confianza en lo material. Por supuesto que tenemos que vivir en un mundo en el que el dinero es imprescindible y el sistema económico ha ido tejiendo un entramado que, dentro de lo que cabe, ha creado cierta estabilidad y seguridad para poder movernos con alguna comodidad y confianza en su funcionamiento. Por supuesto, dentro de este sistema hay aventuras más arriesgadas que otras. Esta de las criptomonedas, cuyas empresas se encuentran bajo la tutela legal de las Bahamas, por ejemplo, en algunos casos, es mucho más voluble que la que está regulada por el sistema financiero de los países europeos. Pero hay algo que mueve a muchos seres humanos, que tiene un lado oscuro y tentador, se llama codicia. Una ambición moderada por progresar y mejorar económicamente es sana para que las economías capitalistas funcionen, de otro modo, ya se ha demostrado que la falta de incentivos que acaban produciendo otros sistemas político-financieros llevan a la miseria. Pero de nuevo hay que distinguir entre macro y microeconomía.
A mí personalmente, me importa un bledo que haya gente que acumule inmensas fortunas, es más, siempre he pensado que esos “locos” que dedican toda su vida a ganar dinero permiten muchas veces que los demás podamos beneficiarnos de sus empresas y los servicios que nos prestan. También están los que solo se mueven en el mercado financiero y no crean ningún valor añadido para la sociedad, sino que solo manejan fondos ajenos y se dedican a intentar incrementar su valor por lo avispados que son en el uso de los mercados, pero no es el caso de la mayoría. Si una empresa farmacéutica gana mucho dinero porque sus propietarios han inventado medicamentos que curan enfermedades, bienvenido sea su enriquecimiento, por poner un solo ejemplo.
Dicho lo anterior, lo que me parece que sirve para algunos, no debería ser la aspiración de todos. Sinceramente no envidio las enormes mansiones o los parques automovilisticos llenos de coches de lujo que atesoran algunos de estos milmillonarios. Uno de ellos, no muy dado a esto último, decía que para qué quería 30 coches de alta gama si solo podía conducir uno. El problema no está en la acumulación de riquezas, sino en lo que su obtención demanda de sus beneficiarios. Sacrificar, como ya he dicho varias veces, tiempo, familia y descanso para sumar ceros en la cuenta corriente, no tiene ningún sentido. Cuando encima, esa cifra con muchos ceros a la derecha puede convertirse de la noche a la mañana en una con los mismos ceros, pero a la izquierda, todavía cobra más sentido aprovechar la vida para otras cosas más satisfacientes.
En fin, el pobre Sam Bankman-Fried estará una buena temporada dándose golpes en la cabeza por este giro tan inesperado que ha dado su vida financiera. No sé cómo le irá en lo personal, pero espero que le queden amigos, aficiones, y otros anhelos que no lo dejen en un rincón maldiciendo su suerte en la vida.
A mí me sirven de consuelo las palabras de Jesús cuando en su famoso Sermón del Monte dijo: ”Dejen de acumular para ustedes tesoros en la tierra, donde las polillas y el óxido los echan a perder y donde los ladrones entran a robar. Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni las polillas ni el óxido los echan a perder y donde los ladrones no entran a robar. Porque, donde esté tu tesoro, ahí también estará tu corazón.”
Uf, donde esté tu tesoro, ahí también estará tu corazón. ¡Qué palabras! Dan para otra entrada, pero creo que pueden poner un buen broche a estas reflexiones de hoy, porque no es cualquier cosa depositar nuestro corazón en un sitio o en otro. ¿Dónde has puesto el tuyo?