(151º) DIARIO DE UN LINFOMA (mariposas con alas rotas).

(151º) DIARIO DE UN LINFOMA (mariposas con alas rotas).

2 de noviembre de 2022.

Regresamos a Benaocaz ayer por la mañana. Previamente dejamos a Gema en el hospital con Roberto. Como era festivo, fue un día en blanco para él, porque hasta hoy no empezarán a hacerle pruebas los de digestivo. Esta pasada noche Gema se quedó en casa de Abi. 

Ayer me encontraba bastante bien, en general, esta postquimio ha tenido algo muy positivo, no he tenido apenas febrícula. Mis fuerzas estos dos últimos días estaban a muy buen nivel. Anoche, no obstante, empezaron ya a hacer algunos estragos las inyecciones de Filgrastin, reaparecieron las décimas de fiebre, el dolor de cabeza y el malestar típico que me produce el medicamento, pero bueno, un Paracetamol me ayudó a pasar la noche más o menos bien.

Ayer tuvimos puestas de sol espectaculares. En un paseo con mi Rubi tomé estas fotos.

Mi amiga Dámaris me escribió ayer un emotivo Whatsapp desde Irlanda. Dámaris fue compañera de colegio de Abi en Valverde y desde entonces, como ya he explicado en otras entradas, mantenemos una relación de amistad especial con ella y su familia. Ahora, por las vueltas que da la vida, se encuentra viviendo, desde hace unos pocos meses en los alrededores de Cork. 

Ella y su marido Efraín son testigos y ayer me decía que el domingo recibieron la visita de su superintendente de circuito, un compañero del que ya he hablado otras veces, que visita las congregaciones que tiene asignadas cada 6 meses. En uno de sus discursos incluyó comentarios sobre un vídeo en el que se habla de 6 seres vivos que destacan por su aguante, y Dámaris dice que se acordó de mí y mi entrada que titulaba: “Ayer pensé que no podía con la mochila”, porque, en concreto, el hermano destacó el ejemplo de la mariposa.

Cuando leí su Whatsapp, inmediatamente visualicé el vídeo de 6 minutos y vino a mi mente un recuerdo que me erizó el vello. En el año 2017, en una de nuestras asambleas regionales, que se celebró en Sevilla, en FIBES II, yo tuve una participación de 10 minutos en una serie de discursos que llevaban el tema “La creación nos da lecciones de aguante” y mi parte se titulaba “Las mariposas”. Como parte de la exposición se proyectó el vídeo de 1 minuto que, a su vez, era una porción de ese de 6 al que Dámaris aludía. 

Rápidamente encendí mi ordenador y busqué el bosquejo (o guion) de ese discurso, puesto que los conservo todos. Lo abrí y lo volví a leer. Creo que merece la pena que haga un esbozo en la entrada de hoy de lo que expliqué ante un auditorio de unas 4.000 personas. Aclaro que yo no soy el autor de su contenido. Nuestra organización nos pasa lo que sería un “esqueleto” de lo que tenemos que decir y cada uno de los discursantes aporta tendones, músculos, piel y demás componentes para darle forma a lo sustancial. Al releer lo que compartí con los que me escuchaban, entendí, una vez más, que las cosas pueden suceder por razones que nosotros no adivinamos. En aquel momento animé a los que me escuchaban a hacer lo que yo necesito justo ahora, imitar a las mariposas.

Empezaba diciendo que estos delicados lepidópteros (así es como se llaman técnicamente estos insectos) presentan una apariencia de fragilidad y podemos pensar que dicha vulnerabilidad puede ser un impedimento para el aguante. Dos situaciones, entre otras,  nos pueden llevar a una situación así: los problemas de salud graves y las experiencias traumáticas vividas que son difícilmente olvidables.

Las mariposas son seres pequeños y aparentemente frágiles pero tienen ciertas capacidades que son increíbles. La mariposa de los cardos desaparecía al final del verano y durante mucho tiempo se pensó que morían, pero a través de sofisticados radares se descubrió que emigraban desde el norte de Europa hasta África, recorriendo, en algunos casos, 15.000 kms. a más de 500 metros de altitud. Pesa menos de un gramo, tiene el cerebro del tamaño de un alfiler. No puede aprender de otras mariposas de más experiencia, pero se embarca en una migración intercontinental épica.

Se han descubierto ejemplares con un 70% de sus alas deterioradas y, aun así, siguen volando. Cuando uno sufre algunos de los dos supuestos que antes he explicado, en mi caso una enfermedad grave, uno puede sentirse con las alas rotas, deshechas, fŕagil y vulnerable como una pequeña mariposa dañada y golpeada. Pero siempre recuerdo unas palabras de Pablo que las dijo en el contexto de una enfermedad que a él lo amargaba, la llamó “una espina en la carne”. Le pidió a Dios 3 veces que se la quitara, pero este le dijo: “ ‘Mi bondad inmerecida ya es suficiente para ti, porque mi poder se demuestra plenamente en la debilidad’. Así que con mucho gusto presumiré de mis debilidades […] Porque, cuando soy débil, entonces soy poderoso. (2 Corintios 12:9,10)

La fortaleza personal, ya sea física o mental, puede hacernos confiar indebidamente en nosotros mismos, cuando todos somos mariposas con alas deterioradas, en mayor o menor medida, pero, tarde o temprano, seremos conscientes de nuestra fragilidad. Seguí en mi disertación abordando 4 ayudas para aguantar algunas de las pruebas que ponen en jaque nuestra capacidad de resiliencia.

La primera es que las mariposas confían en su instinto. Los que atribuímos esa sabiduría innata a un Creador, recibimos ayuda de este cuando confiamos también en lo que el apóstol Pablo llamó “el poder que va más allá de lo normal”. Es difícil de explicar cómo se siente esa fuerza interior en los momentos complicados, pero yo la estoy experimentando. En los momentos más oscuros, aparece esa fuerza para darte calma y un pensamiento más sano que te ayuda a desechar esos negativos que tanto nos acosan en esas circunstancias.

La segunda ayuda que mencioné es la que ofrece el Salmo 102. El autor se encontraba desolado y triste. Valga una frase de él para captar su estado de ánimo: “Porque mis días se desvanecen como humo y mis huesos están calcinados como por fuego”. Por los dos motivos que indiqué, uno puede tener días en los que se sienta así. Leer el resto del Salmo puede resultar motivador y balsámico.

La tercera ayuda, consiste en dejarse ayudar, con redundancia deliberada. Las mariposas, como las aves migratorias, realizan esos largos viajes acompañadas de miles de ejemplares. Yo hablaba a unas 4.000 personas y a todas las consideraba mis compañeras de trayecto. No hacen falta miles de amigos, pero ese puñado que están ahí para poner su mano en el hombro, nos dan fuerzas para aguantar, sobre todo, cuando el recorrido parece no tener fin. 

Y la cuarta es algo que puede parecer paradójico: ayudar a los demás. Uno puede pensar que con unas alas rotas, teniendo dificultad para transportar por el aire su propio peso, ¿cómo voy a ser capaz de ayudar a nadie? Yo aludía a la bonita cualidad de la empatía. Nadie mejor que alguien afligido puede entender a otro que también lo esté. Unas simples palabras de estímulo tienen mucho valor para el que las escucha de alguien que está igual o peor que él. Por otra parte, cuando uno anima a otro, también se ve afectado su propio ánimo. Cuando proferimos palabras estimulantes, estas también resuenan en nuestra cabeza y nos sirven de impulso para seguir “volando”.

Más de 5 años después de que expuse estas ideas en aquel recinto de Sevilla, volverlas a recordar me demuestra que cada una de esas ocasiones en las que he animado a otros a hacer frente a las dificultades, o yo mismo me he dado razones para seguir remando, soportando tempestades y he logrado salir ileso de ellas, han supuesto un anclaje añadido a los fundamentos de mi estabilidad emocional. De la noche a la mañana no se compone una base sólida de pensamientos sanos. Son diversos los puntos de fijación que nos van dando cohesión, estabilidad a un modo de razonar sensato, alejado de los extremos, como ayer comentaba con mi amigo Rubén de Chiclana, huyendo del optimismo desbordado o el pesimismo enfermizo. 

Nunca menospreciemos una apariencia de fragilidad ajena o la nuestra propia. Recordemos esas alas deterioradas de la mariposa que le permiten seguir volando. Sea lo que sea que nos aflija, pensemos en aquellas palabras:” cuando soy débil, entonces soy poderoso”. Disponemos de todas las ayudas que he mencionado, o alguna de ellas. Las alas además pueden autorepararse. No por siempre tenemos que permanecer hundidos en una ciénaga, hay manos que siempre están tendidas para ayudarnos a salir, lavarnos y seguir surcando los cielos con la gracia de las mariposas.



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