(126º) DIARIO DE UN LINFOMA (Sin compasión con un enfermo) .
4 de octubre de 2022.
Esta mañana temprano he sustituido la escritura del diario por un rato de tenis con mi amigo-monitor Jose. Ayer me acosté con casi 38 de fiebre y con pocas ganas de nada, pero al levantarme no perdonaba yo el tenis a menos que estuviera arrastrándome a cuatro patas. Me he embadurnado de crema solar factor 50 y me fui para Ubrique para empezar a las 9:30. Hay que reconocer que hemos estado casi el mismo tiempo jugando que dándole al palique, pero las dos cosas me han sentado bien.
Tengo que decir que Jose venía sin compasión alguna para un enfermo, y me ha mojado la oreja. El otro día le presenté más batalla de la que él esperaba y hoy venía desatado, aun así, he tratado de oponerle la resistencia que mi cuerpo me permitía y, para sorpresa mía, una vez más, he sido capaz de correr y golpear la bola con más energía de lo esperado.
He regresado a casa con 37,5 de fiebre y me he tomado un Paracetamol, pero bueno, ya estoy tan acostumbrado a esa temperatura que cuando recupere mis habituales 36 me voy a encontrar raro. El cuerpo se adapta a lo que le echen. Menudo equipo de altísima tecnología llevamos todos encima. Somos maravillosos, no tengo más remedio que hacer como Narciso, embelesarme cuando me miro en el espejo. Las arrugas y otras imperfecciones, y mi deterioro evidente, no impiden que me lance besos al aire.
Esta mañana, una de nuestras conversaciones trataba de los padres y su comportamiento con sus hijos mientras practican deporte. El pobre Jose ha tenido que sufrir algunos malentendidos con alguno de ellos por la forma de tratar a sus hijos. Todos los que lo vemos lidiar con los pequeños en sus clases damos fe de su comportamiento impecable y el buen tono que les transmite, pero claro, nunca se pueden hacer las cosas a la perfección, y también se ha llevado tirones de oreja inmerecidos por algún padre con un celo desmedido por su hijo. En algún torneo de poca monta, como los que se hacen en pequeñas localidades como la nuestra, algunos progenitores quieren emular lo que se hace en el fútbol infantil que, con todo mi respeto, poco tiene que ver con un encuentro de tenis.
El fútbol permite el contacto físico, los empujones y zancadillas, el tenis no. El primero precisa de un árbitro, pero en el tenis aficionado son los jugadores los que tienen que demostrar su honestidad y caballerosidad cantando los botes recibidos en su media pista. No podemos ser los padres los que hagamos de jueces o árbitros, eso desvirtúa un importante aprendizaje de este juego entre los menores, que hay que mostrar respeto por el contrario, ser honrado y no hacer trampas. Si alguno lo hace, sale perjudicado él mismo, porque en su fuero interno sabe que se ha adjudicado puntos inmerecidos y si, para colmo, hay espectadores y repite ese comportamiento, estará dejando una pésima imagen como competidor.
Este es un tema tan amplio que merecería mucho más desarrollo y hoy no tengo tiempo de hacerlo, pero, como en tantas cosas, cada vez vamos más desorientados en el campo de la educación de los hijos en el ámbito familiar. Solo un consejo, como padre ya veterano, dejemos que los hijos resuelvan sus pequeños conflictos con sus compañeros sin entrometernos innecesariamente. Flaco favor les hacemos a nuestros pequeños si tratamos de intervenir en todas sus trifulcas, eso los priva de una autonomía que necesitan para saber más tarde cómo tratar con problemas de más entidad. La sobreprotección que observo hoy día es dañina para nuestros jóvenes.
A disfrutar de este día con temperaturas más altas de las normales en estas fechas. A ver si pasa esta calima y llegan las ansiadas lluvias. Feliz día.