(115º) DIARIO DE UN LINFOMA (¡¡Octava sesión!! ¿Y última?)

(115º) DIARIO DE UN LINFOMA (¡¡Octava sesión!! ¿Y última?)

23 de septiembre de 2022.

¡¡8º sesión de quimio!! Y puede que la última. La pasé sin náuseas (voy a pronunciar la palabra maldita). Mis neutrófilos estaban por las nubes y los leucocitos, en general, también. Me había bajado un poco la hemoglobina, pero nada preocupante, estaba en 11.5 y espero ir recuperándola en las próximas semanas.

La noche antes me encontraba bastante mal con las dos inyecciones seguidas de Filgrastin, con fiebre y dolor de cabeza. Mi compañera Alicia me dijo ayer que ella no pudo ponerse las 3 que le mandó Jesús, porque sentía ese alien interior que iba mordiéndole por todas partes y no podía aguantarlo. Menos mal que mis efectos no son tan malos. 

Ayer estuvo más animada la sesión, un compañero que se sienta siempre enfrente, por fin habló un poco. Habitualmente se ha mantenido muy callado, pero ayer me contó que  llevaba un año con un cáncer de pulmón. Había pasado por quimio, radio y ahora mismo inmunoterapia. Se le veía muy positivo. Decía que con la quimio lo pasó muy mal, pero que con la radio menos y ahora con la inmunoterapia tenía un par de días el cuerpo extraño, pero que era muy soportable. Su mujer llegó a visitarlo y nos contó que superó hace 4 años un linfoma que llamó suprarrenal, que también la quimio fue bastante mala, le bajó los niveles y la transfundieron dos veces, pero que ahora se encontraba muy bien.

Alicia estuvo charlando conmigo un buen rato, la pobre lo está pasando muy mal con una herida que tiene allá donde la espalda pierde su casto nombre y tantas horas sentada le viene fatal. Su analítica le permitió recibir la sesión, pero estaba más bajita que la mía. Ojalá se recupere bien en los próximos días.

Le entregué a Eli y Paula mi carta al final de la mañana. La leyeron y apenas me pudieron decir, tan solo, que les había gustado mucho. La leyeron las dos sentadas en una mesa que tienen con un ordenador a su derecha y las vi emocionadas, porque a pesar de las mascarillas, sus ojos las delataban. También les llevé un salchichón de toro y un tarro de miel ecológica de mis amigos Antonio, Juan Luis y Ana, que la producen en la sierra de Grazalema. Se mostraron muy agradecidas.

Luego vino el toque de campana y aquí dejo el vídeo. 

No sé si este es el principio del fin de mi tratamiento, no sé si tendré que someterme a alguna sesión más de quimioterapia o radio, todo eso dependerá de si finalmente me hago el PET-TAC dos semanas después de esta sesión y sus resultados. También tengo a mi amigo Sixto, que está como médico residente en un hospital, buscando a algún compañero, experto en Linfoma de Hodgkin, para que me ofrezca una segunda opinión. 

Por mi parte he localizado a un hematólogo en Gran Canaria que por videoconferencia está dispuesto a darme la suya. Le he enviado por email toda la documentación que tenía e incluso ayer tarde me escribió hasta 3 veces para solicitarme alguna más. Por ejemplo, no me había percatado de que el resultado de la biopsia del cilindro de hueso que me extrajeron de la médula no lo tenía y amablemente Jesús me lo envió también por la tarde y se lo reenvié al doctor canario. Dice que va a estudiar en detalle mi caso y el lunes me dará una opinión. Su consulta tiene un precio razonable, porque mi amigo José Tomás, de Madrid, me localizó una hematóloga con buenas referencias, pero cobra la módica cifra de 250 euros por su consulta. Como diría mi amigo Juan Luis, eso da para muchos platos de gambas.

Algunos diréis que vaya cantidad de opiniones que voy a acumular. Bueno, no sé si es deformación “espiritual”, pero he leído tantas veces este texto en la Biblia que lo tengo interiorizado: “Cuando no hay comunicación, los planes fracasan, pero con muchos consejeros se consiguen buenos resultados.” (Proverbios 15:22). Siempre he pensado que en las enfermedades de cierta entidad, es conveniente recibir varias opiniones y si son de expertos reconocidos mejor. A fin de cuentas me estoy jugando mi salud y los pasos en falso, en este campo, muchas veces no tienen vuelta atrás. Jesús me parece un gran profesional, pero puede equivocarse como cualquiera, y los fallos con gaseosa son irrelevantes, pero con un cuerpo serrano como el mío, pueden resultar irreversibles.

En la tarde de ayer, mis fuerzas me permitieron echar un paseíto agradable por el lago con Rubi. Inserto la foto que hice. Me sentía feliz, y hoy también. Sé que, seguramente, mañana, y en unos días, me sentiré otra vez bastante mal por los efectos de esta sesión, pero algo dentro de mí me dice que estamos saliendo del túnel. Rubi, está teniendo el arrojo y las fuerzas para arreglar todo lo relacionado con el ingreso en la residencia de su madre. Con certeza Dios nos está dando las fuerzas para sobrellevar estos tiempos tan complicados que nos han tocado. Ella continúa con su mejoría emocional a pesar de la ansiedad evidente que todo esto le está ocasionando. Solo un par de veces la he visto hundida, pero al día siguiente ha vuelto a sacar fuerzas para seguir adelante, cuidándome a mí, a su padre, a su madre y a ella misma, que es su paciente más difícil. 

Cualquier situación es susceptible de empeorar, eso es siempre cierto, pero también de hacerlo en sentido contrario. No sé si en mi vida volveré a encontrarme con un conjunto de imponderables tan negativos. Nos vamos a enfrentar a desgracias, eso no cabe la menor duda, pero solo pido que, si es posible, estas se dosifiquen un poco y no coincidan en el tiempo de forma tan abrupta como han aparecido en mi camino. Una cosa sí es cierta, cuando te ves capaz de afrontar un revés tras otro, y de tal calibre, tu fortaleza emocional se incrementa. 

La semana pasada, Rafael, un compañero que acude a nuestra congregación cada 6 meses para apoyarnos y supervisarnos, iniciaba la primera de las visitas y tuvo a bien reunirse con Rubi y conmigo, conociendo nuestra situación, para intentar animarnos. Nos leyó este texto de la Biblia: 2 Corintios 4:16-18. Pablo relataba en esta carta la multitud de sufrimientos y adversidades que había superado: un par de naufragios, asaltos de bandidos en los caminos, latigazos por parte de autoridades, encarcelamientos, traiciones, noches durmiendo al raso y una enfermedad, al parecer de la vista, que le había pedido a Dios que se la aliviara. A pesar de ese historial de infortunios, escribió lo siguiente: “Por lo tanto, no nos rendimos. Aunque la persona que somos por fuera vaya desgastándose, la persona que somos por dentro sin duda va renovándose cada día […] Porque […] las dificultades son momentáneas y livianas, […] mientras mantenemos la vista fija en las cosas que no se ven, y no en las cosas que se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

Por dentro y por fuera, como indica ese texto, el cáncer y el propio paso del tiempo, te desgasta, pero somos mucho más que ese cúmulo de células que forman nuestro organismo, “la persona que somos por dentro”, que la Biblia también llama la “persona secreta del corazón”, puede renovarse cada día. Una parte de esa renovación la podemos hacer nosotros, eliminando esos pensamientos negativos que nos corroen, sustituyéndolos por otros más edificantes, viviendo, como tantas veces he dicho, un solo día a la vez, disfrutando de lo que nos ofrece cada uno, a pesar de las circunstancias, exprimiendo y saboreando los momentos agradables que cada amanecer nos reserva a lo largo de la jornada. Pero, la segunda parte de ese pasaje que he citado, nos recuerda que las dificultades son “momentáneas y livianas”. ¿Cómo puede ser eso, si estamos hablando de enfermedades tan graves? Pues porque, en mi caso, trato de hacer lo que continúa diciendo Pablo, mantengo la vista fija en las cosas que no se ven, que permanecen ocultas para el que no tiene fe, pero no hace falta tanta para hacerlo, en realidad los científicos nos dicen que desconocen el 97% de lo que compone nuestro universo, solo vemos una ínfima parte de lo que existe. Pero, para mí, hay Alguien, que tampoco vemos, que es el originador de ese 97% y también del 3% restante, y que nos asegura que esa pequeña porción que vemos, son cosas temporales, pero las invisibles, entre ellas las promesas que nos hace de un mundo libre de enfermedades y muerte, son eternas. 

Cuando pienso en ese mundo que nos promete, eterno, imperecedero, el cáncer, la depresión o el Alzheimer son dificultades “momentáneas y hasta livianas”. Jesús, acudió a donde se encontraba Lázaro, después de morir y, una vez allí, se dirigió a su hermana Marta con estas palabras: “Yo soy la resurrección y la vida. El que demuestre fe en mí, aunque muera, llegará a vivir” (Juan 11:25) Esa esperanza, para muchos ilusoria, es una de las bases del cristianismo, ayuda a relativizar las penurias de nuestro discurrir por este mundo imperfecto y breve, pero la reflexión que Jesús quiso despertar en su amiga Marta es la misma que podemos hacer cada uno de nosotros, es la respuesta a su pregunta tan trascendente: ¿Crees tú esto?” 



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