(113º) DIARIO DE UN LINFOMA (más dudas que vergüenza).

(113º) DIARIO DE UN LINFOMA (más dudas que vergüenza).

20 de septiembre de 2022.

Mi mañana empieza con fuerzas y después de una noche de descanso más o menos adecuado. Lo primero que he hecho, después de desayunar, es hacer un buen gazpacho. Tenía unos tomates maduros de mi huerto que he desinfectado y luego me han servido para mi bebida fresca del mediodía.

Ayer me escribió por Whatsapp varias veces Alicia. Otra vez tuvo que irse a urgencias con la hemoglobina en 6 y los neutrófilos casi inexistentes. Le pusieron la 4ª transfusión y cerca de las 11 de la noche la mandaron para casa. Jesús le ha indicado que se inyecte Filgrastin 3 días seguidos a ver si llega a este jueves con unos niveles hematológicos adecuados para su 7ª sesión. 

Yo tuve ayer algo de febrícula, pero no me puse siquiera el termómetro. Pasamos gran parte del día en Jerez y por la tarde tuve la cita con Jesús. Me recibió cerca de las 8, aunque la hora programada eran las 7:10. La consulta estaba a tope y se ve que estaba iniciándolas después de las vacaciones, así que andaba un poco saturado y un tanto despistado.

Le expuse mi duda sobre las 8 sesiones o las 12 que había leído. La verdad es que Jesús se ve, ante todo, una buena persona. Tiene esa parte muy positiva de su faceta médica, porque te escucha, atiende a tus preguntas, es permeable a tus sugerencias y muestra un absoluto respeto hasta por lo que pueden parecer impertinencias mías, que aludo a lecturas que he hecho por Internet y, en modo alguno, se molesta por escucharlas y ofrecer su opinión. Por otro lado, no es una persona que te transmita una gran seguridad en sus propuestas, todas están sujetas a cierta interpretación, lo cual, a mí, que soy tan inquisitivo, me deja con cuestiones abiertas sin resolver. 

Él no se acordaba del todo del resultado del PET-TAC ínterin que me hicieron después de la 4ª sesión. Me pidió disculpas porque decía que teniendo tantos pacientes y estando recién aterrizado de las vacaciones, andaba un tanto perdido. Yo llevaba el informe de esa prueba y se lo pasé. Volvió a leerlo y me dijo que el resultado era muy bueno y que por eso, no quería abusar de las sesiones de quimio, porque si despueś de un segundo ciclo (4 sesiones) existía una respuesta completa al tratamiento, con 2 ciclos más (4 sesiones adicionales), creía que podía considerarse suficiente. No obstante, me dijo que iba a hacerme un nuevo PET-TAC unas dos semanas después de esta “última” sesión de pasado mañana, y que atendiendo al resultado, entonces determinaría si añadir alguna más o la radioterapia. En la última visita, él me habló de la radioterapia como algo hecho, pero ahora lo ha vuelto a dejar en suspenso hasta ver los resultados de la nueva prueba.

Yo entiendo que la medicina no son matemáticas, que los tratamientos tienen que ser individualizados, pero a veces, para los que creamos más interrogantes en nuestras cabezas que respuestas, los médicos tan abordables, adaptables y abiertos, trasladan cierta carga de decisión en el paciente, que a mí personalmente me genera dudas. Él también insistió en que mi tratamiento era bastante intensivo, que las cantidades que había calculado de mis medicamentos eran completas que, como me dijo textualmente, “no he quitado ni una coma a las dosis”. Me dijo que ahora tenía con linfoma a una paciente con 94 años y que no era lo mismo mi caso con 55. 

Yo le hablé de evitar las recaídas, que eso es lo que nos da más miedo a todos los pacientes con cáncer. Él me contestó que eso no lo sabe nadie, que ni con 12 sesiones, ni con 8, ni con o sin radioterapia, nadie puede garantizar que no se vaya a producir recidiva en un proceso oncológico. 

Ya digo, hay pacientes que llegan a la consulta, escuchan al especialista, siguen sus indicaciones y no preguntan nada más. Yo, por suerte o desgracia, no soy de esos. Los primeros puede que se vayan totalmente tranquilos, porque no cuestionan nada y son “felices” siguiendo solo las instrucciones que han recibido. La propia Alicia, estando tan mal la pobre, le escribió este fin de semana a Jesús para preguntar sobre las inyecciones de Filgrastin, a instancia mía. Si no se lo digo, probablemente no lo hubiera hecho. ¿Qué es más conveniente, actuar de una forma o de otra? Pues sinceramente no lo sé, la verdad. Vivir un poco al margen de lo que te prescriben los doctores, y simplemente seguir sus indicaciones sin más, tiene sus ventajas, pero yo no puedo hacerlo. 

En la medicina privada la especialización en determinadas patologías no es tan común. Por ejemplo, Jesús atiende en su consulta de Asisa todo tipo de enfermedades de la sangre, no solo las oncológicas. Dentro de estas últimas, se dedica a todas ellas, linfomas, leucemias, mielomas. En la sanidad pública, como me explicaba Raquel, la hematóloga que vi el jueves, dentro del servicio de hematología y hemoterapia, algunos médicos solo tratan los linfomas de Hodgkin, ella estaba especializada en los trasplantes. Esa profesionalización tan específica, naturalmente, los hace más expertos en esas patologías, porque todos los estudios que realizan, los congresos a los que asisten y la atención que prestan van encaminadas en ese solo campo. Los especialistas, llamémosles más generalistas, tratan un poco de todo, lo que no los hace verdaderos expertos de nada. 

Bueno, salvando todas esas cuestiones que me inquietan, hay que decir que el tratamiento que me está aplicando Jesús es el estándar en Europa, el ABVD es lo que se prescribe para el linfoma de Hodgkin clásico, ahora bien, esos flecos sueltos de más o menos sesiones y radioterapia o no, intentaremos aclararlos en las próximas semanas. La opinión del especialista será la determinante, pero el que sufre la enfermedad soy yo, por lo que su acierto o error repercutirá directamente en mí, así que mi opinión también estoy seguro de que Jesús la tendrá amablemente en cuenta.

Esta mañana quiero tener una videoconferencia con mi sustituto en el instituto, que tan solo he contactado por Whatsapp con él y seguro que anda el hombre un tanto perdido. Su disposición es la de aprender y esforzarse por desempeñar bien su trabajo, ya que me ha dicho que es la primera vez que imparte docencia. La inexperiencia se cubre con las ganas de trabajar, y creo que es su caso, así que espero que mis indicaciones le sirvan para dirigir sus esfuerzos en la dirección correcta.

El resto del día me traerá noticias de mi suegro y Rubi que hoy visitan un par de residencias para mi suegra. Ojalá reúnan los requisitos mínimos para que su estancia en una de ellas sea todo lo cómoda posible y se encuentre atendida como necesita. Serán unos días muy duros los que tengan que vivir con su ingreso, pero como ya he dicho muchas veces, las decisiones óptimas no siempre se pueden tomar y hay que conformarse con las menos malas, como es el caso. 

Termino con una idea que no es malo tener presente. Los malos momentos y las situaciones difíciles se nos van a presentar a todos. Algunas vendrán aisladas y podremos afrontarlas dirigiendo todas las energías a ellas, pero, otras veces, como es mi caso ahora, serán varias a las que hacer frente, con lo que tendremos que diversificar nuestros esfuerzos. Sea de una forma u otra, no es malo estar hecho a la idea de que estas cosas pueden ocurrir. No quiero decir que tengamos que estar pensando muy a menudo en las posibles desgracias que se nos presentarán, eso sería un poco absurdo, porque puede que las que imaginemos no se produzcan. Pero ser conscientes de que si se nos presentan adversidades, no debemos considerarlas como algo injusto, que no deberían ocurrir o que somos desdichados porque nos ha tocado, puede ayudarnos a encararlas con cierta tranquilidad. La vida en este mundo imperfecto es así, no le demos más vueltas. Vamos a envejecer, y felices los que puedan hacerlo, vamos a enfermar, nuestros planes se frustrarán y perderemos a valiosos seres queridos en el camino. Asumir esa parte menos bonita de la existencia, de forma calmada, nos servirá para no tirarnos de los pelos alarmados cuando nos ocurran tales circunstancias, pero, sobre todo, nos debe servir para seguir exprimiendo cada minuto en el que todavía podamos disfrutar de todo lo que nos ofrece el día. También recordemos que en la vida todo pasa, y no solo lo bueno, que alguno estará pensando: “Que me lo digan a mí, que las vacaciones pasaron como un suspiro”. Los malos momentos, a modo de tempestades, también tienen su fin. Inmersos en las dificultades podemos no ver su final, pero, llegará.

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