(106º) DIARIO DE UN LINFOMA (nubes y nubarrones).

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13 de septiembre de 2022.

Amanece con un tenue lluvia en Benaocaz como se ve en la foto. Anoche, por fin, bajaron las temperaturas y se ha podido dormir arropado. Ayer el día tuvo un poco de todo. Por la mañana, Diego tuvo una reunión con dos miembros del equipo de Angiología y Cirugía Vascular del Virgen del Rocío y se mostraron muy colaboradores. En unos días le van a dar una respuesta sobre un posible traslado al Clínic de Barcelona para que lo opere el doctor con el que contactaron el jueves. En Sevilla también se ofrecieron a operarlo pero no por la técnica endovascular en la aorta torácica, sino en cirugía abierta. Los riesgos de esta última son mucho mayores y la estancia hospitalaria se encuentra entre 1 y 3 meses, mientras que en la otra, la estancia media son 4 días. Van a estudiar el caso y ofrecerán alguna alternativa. Se le ve algo de luz a este difícil desafío.

Por la tarde subí a ver a Diego y llegué asfixiándome con tan solo subir la cuesta que separa nuestras casas, un recorrido de unos 500 metros. Cuando volví, me sentía muy mal, totalmente agotado y me empezaron los escalofríos. A duras penas pude comer algo y me tendí en el sofá, me subió la fiebre a 37,5 y me tomé un Paracetamol. Esta noche he descansado más o menos bien y espero ir recuperando mis energías a lo largo del día.

También contacté por la tarde con Cándido, un amigo médico que hace un par de meses me envió un Whatsapp ofreciéndose para ayudar en lo que pudiera. Como trabaja en el S.A.S., y sé que tiene bastantes contactos, le pedí si conocía a un hematólogo especialista en oncología al que pudiera pedirle una segunda opinión sobre mi tratamiento. Dos conocidos con linfoma de Hodgkin en estadio III, como el mío, están recibiendo 12 sesiones, en cambio a mí, Jesús, me prescribió solo 8. No es que yo quiera alargar el tratamiento porque esto es peor que la muerte a pellizcos, pero me gustaría recibir otra valoración. Creo que en enfermedades graves, siempre es bueno tenerla. Cándido se movió rápido y en media hora me había conseguido una cita con una hematóloga amiga suya el jueves a las 19:30. Le llevaré todos los informes y a ver qué me dice. 

Trato de no involucrarme demasiado en temas que me afectan emocionalmente, porque noto que lo hacen negativamente, pero es algo difícil abstraerse de ciertos asuntos que me rodean. No puedo vivir al margen de problemas que atañen a personas muy queridas y que alcanzan una magnitud tan grande que ponen en riesgo su vida. En otro aspecto menos urgente y vital, me llegan también noticias del curso que echa a andar en el instituto y, aunque estoy de baja, tampoco puedo evadirme de los problemas a los que se enfrentan mis compañeros, especialmente mi amiga Montse, que ha tomado las riendas que yo llevaba de la F.P. a Distancia. Por segundo año consecutivo, comenzamos con muchas más incógnitas de las que deberían. El caos se apodera de la organización de este inicio que debería producirse en sentido contrario, con una experiencia de 2 décadas, todo debería rodar de otra manera, pero a 2 días de que se abran plataformas y se reciba a los alumnos, decenas de detalles todavía están sin atar, con la subsiguiente inquietud que produce en los docentes que se tienen que enfrentar a casi 100 estudiantes a los que no les pueden informar con certeza de cuáles serán las reglas del juego.

Uno no puede vivir en una isla, aunque mi vida se reduzca a las cuatro paredes de mi casa el 90% de mi tiempo. En un mundo tan interconectado es posible seguir el desarrollo de actividades que antes se antojaban imposibles. Esto tiene ventajas indudables, pero también otros inconvenientes que no hay que subestimar. El exceso de información en el que nos movemos nos vuelve ansiosos. A mí, por mucho que me considere estable emocionalmente, también me afecta. Por algo, mi psicóloga Montse, me dijo que dejara de buscar información sobre el cáncer y que practicara la meditación. A veces es necesario desconectar y ralentizar la vida. En estos días que empezaré a recuperar mis fuerzas y a encontrarme mejor, voy a aprovechar para intentar moverme por senderos más tranquilos, a ver si lo consigo.

Por lo pronto, hoy voy a terminar aquí mi relato. No tengo demasiadas ganas de escribir. Intentaré que mi ritmo hoy vaya acompasado con este día nublado y de fina llovizna, una jornada otoñal que intentaré disfrutar en la medida de lo posible en mi casa, como cada día de los últimos meses. Esos días soleados y repletos de actividades lúdicas para la mayoría, como podía comprobar en los estados de Whatsapp de muchos, dan paso a la vuelta al trabajo, y el retorno a actividades de interior, que coinciden en mayor medida con las que yo puedo realizar. No soy envidioso, pero las fotos a la orilla de la playa o en lugares turísticos emblemáticos, un poco largos sí ponen los dientes. Disfruten lo que puedan, que el día acaba de empezar.



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