(XVI) DIARIO DE UN LINFOMA (los asesinos siempre son rubios de ojos azules).

(XVI) DIARIO DE UN LINFOMA (los asesinos siempre son rubios de ojos azules).

Autor foto: WillieskoStudios.com

10 de junio de 2022.

Sigue la tregua por segundo día. Los dolores, las náuseas, ese malestar interior tan desagradable, han pasado. Parece que mi organismo ha sido capaz de deshacerse del veneno e intenta trabajar de nuevo en condiciones normales. Hoy me noto con más fuerzas inclusive. Sí es cierto que otro de los efectos de la quimio, la dificultad para dormir, se ha instaurado más de lo que me gustaría. Aunque estoy a gusto en la cama, me desvelo con facilidad y paso más tiempo del que me apetecería despierto. En uno de esos periodos de vigilia pensaba en la noticia que leí anteayer.

Un equipo del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering (MSK) de Nueva York, realizó un tratamiento con inmunoterapia a 18 pacientes con cáncer colonorrectal. Es una muestra muy pequeña, por lo que los resultados no pueden ser trasladados a un número de pacientes más amplio, pero lo llamativo es que ¡los 18 se curaron totalmente de la enfermedad! Creen que es la primera vez en la historia del cáncer que se produce un caso de este tipo. Como me decía anteayer mi amiga Carmen, la cordobesa, estas son el tipo de noticias que deberían abrir los informativos y ocupar las portadas de los periódicos.  En la última década, la investigación oncológica va dirigida sobre todo al estímulo del sistema inmunológico del enfermo para que sea este el que identifique a las células tumorales y las destruya. En ciertos tipos de linfoma ya se está utilizando este tipo de medicamentos en la primera línea de tratamiento, y en determinados cánceres de pulmón y páncreas es el único que ofrece esperanza de curación a los pacientes. El problema actual es que son tratamientos muy personalizados y caros, todavía no se ha encontrado una especie de vacuna universal que sirva para todos los cánceres o, por lo menos, a todas las variantes de uno de ellos.

En mis desvelos esta noche cavilaba: la quimioterapia está curando a muchas personas con cáncer, pero si lo piensas bien, en comparación con la inmunoterapia, es un tratamiento bárbaro, agresivo y, hasta cierto, punto inhumano. Me trato de explicar. La quimioterapia consiste en aplicarte en vena una serie de productos químicos que destruyen las células de crecimiento rápido. Las células cancerígenas pertenecen a tu propio cuerpo, pero mutan y empiezan a reproducirse con celeridad, por eso son objetivo de estos compuestos. El problema de esos productos es que, igual que destruyen a las tumorales, también lo hacen con otras sanas que, de igual manera, son de crecimiento rápido, como, por ejemplo las de las mucosas, las de los folículos pilosos y otras parecidas. Las mucosas del estómago tienen que renovarse muy rápido porque se deterioran con nuestros ácidos y lo hacen en menos de una semana, por eso mi ABVD (mi menú de quimio) me ha provocado tantos problemas digestivos, porque se carga mis células buenas de este sistema. La inmunoterapia en cambio, trabaja de otra manera. Las células tumorales tienen la habilidad de ocultarse o pasar desapercibidas para nuestros guardianes del sistema inmunológico, sobre todo para los linfocitos, por eso no las destruyen, pero los fármacos de inmunoterapia le ponen una especie de marca que permite a los linfocitos identificarlas y destruirlas. La gran ventaja es que no destruyen células buenas, sino solo las perversas cancerígenas. ¿Tú sabes lo que significa eso? Si hubiera un tratamiento de este tipo para mi linfoma, ni se me caería el pelo, porque no destruirían mis folículos, ni me dolería el estómago, porque mi mucosa gastrointestinal seguiría la mar de sana, ni, lo que es más importante, me quedaría sin glóbulos rojos, blancos, plaquetas, etc.

Como me gustan las comparaciones, he trasladado ambos tratamientos a lo que supondría intentar solucionar el siguiente problema en una gran ciudad. En una gran urbe de nuestro país se han infiltrado en los últimos años con sigilo 100 asesinos rubios de ojos azules que quieren, a toda costa, destruir la ciudad. Están matando a policías, gobernantes, médicos, bomberos y prendiendo fuego y volando las plantas de generación eléctrica de la ciudad, los hospitales, los almacenes de alimentos y todo lo que sustenta a la población. En poco tiempo van a acabar con la vida de sus habitantes. El problema es que son unos agentes tan buenos en lo suyo que la policía no es capaz de identificarlos, porque durante mucho tiempo se han introducido en todos los ámbitos de la sociedad y nadie sabe quiénes son. Solo saben que son rubios y de ojos azules. El equipo de gobierno se reúne con expertos en biología, jefes de policía, médicos y científicos de la ciudad para intentar acabar con los 100 asesinos. Un departamento de investigación de la universidad de la ciudad ha descubierto un producto químico que si se vierte en el agua, cuando entre en contacto con la piel, puede matar a todos los rubios de ojos azules de la ciudad. La alcaldesa dice que eso sería una barbaridad, porque su departamento de asuntos sociales cifra en 1.000 los rubios y rubias de ojos azules que circulan por sus calles. Si hacemos eso, acabaremos con 900 inocentes (sí, los rubios y rubias también pueden ser inocentes en el buen sentido de la palabra). Además muchos de ellos ocupan puestos importantísimos en la ciudad. La alcaldesa piensa en su propio marido que era un apuesto jugador de fútbol de larga melena y ojos arrebatadores, pero es que hay jefes médicos con esas dos características físicas, científicos, responsables de seguridad, conductores, en fin, que acabar con todos ellos podría suponer el caos en la ciudad y esta podría terminar destruida de otra manera. A pesar de las reticencias de muchos, el equipo de gobierno decide por mayoría, verter el producto químico en su red de abastecimiento y cargarse a los 1.000 ciudadanos, para así tratar de acabar con los 100 asesinos infiltrados. Eso sería aplicar quimioterapia a la ciudad. ¿No es una barbaridad? Y lo peor es que muchas veces no funciona, porque los 900 inocentes que mueren, de repente supone que la ciudad finalmente acabe también desolada.

En el mismo ejemplo anterior, otro equipo científico de la universidad propone una solución alternativa; ha descubierto que los rubios de ojos azules asesinos tienen en común una cosa: su mala leche viene de un gen que tienen solo ellos, al que han bautizado como MLBB (malababa, lo llaman coloquialmente entre ellos). Gracias a ese gen, disponen de un producto químico que si se echa en el agua de la ciudad, esta vez, al entrar en contacto con ellos, inmediatamente les pone la piel de color verde, como Shrek. Esto daría la oportunidad a la policía de la ciudad (los linfocitos y otros agentes inmunológicos) de identificarlos, capturarlos y expulsarlos. ¿No es esto mucho más civilizado? Esa es la inmunoterapia.

Pues bien, con este rollo, que no sé si he explicado correctamente, lo que pretendo es decir que deberían publicitarse mucho más noticias como la que mencionaba al principio. Creo que de esta manera, investigaciones tan prometedoras como la de la inmunoterapia para el cáncer recibiría más fondos. La información que se ofrezca en los medios, no solo tiene que ser veraz, que desgraciadamente no siempre lo es, sino que además tiene que seleccionarse para que la que se ofrezca estimule a la población a actuar en un sentido que repercuta en el bien de todos lo máximo posible. Pongo un ejemplo. Hasta hace unos años nadie quería ser cocinero. Tu hijo te decía que quería ser cocinero y si los padres conocían a algún amigo que había trabajado en la hostelería o lo habían hecho ellos mismos, le intentaban quitar las ganas porque sabían la de horas de sacrificio que ese oficio conllevaba, lo mal pagado que estaba y solo se le veían desventajas. Además, no tenía el más mínimo glamour. Desde hace una década, aproximadamente, los programas de televisión sobre cocina se han convertido en los de mayor audiencia, los chefs de restaurantes son estrellas de la televisión. Ahora vemos a padres médicos animando a sus hijos en un talent de cocina para que se dediquen a algo que antes habrían denostado. ¿Qué ha cambiado la percepción? La exposición de los medios de comunicación. ¿Por qué no hacen realities de científicos o investigadores? No es tan descabellado. El hormiguero se hizo famoso, entre otras cosas, por presentar novedosos descubrimientos científicos o experimentos de laboratorio llamativos. Si los informativos dedicaran 20 minutos a las experiencias de investigación, novedades en distintos campos del saber y entrevistas a expertos en materias que pueden mejorar la vida de los ciudadanos, en lugar de 30 al fichaje de Mbappe (y lo dice un madridista, y no porque se frustrara), a lo mejor los chiquillos querrían dedicarse a eso en lugar de a maridar vinos con ostras, que eso lo puedo hacer hasta yo. Quizás esas mentes brillantes de la ciencia empezarían a recibir más ingresos y no se mudarían a otras latitudes para buscarse la vida. En fin, no es que mi esperanza se halle en que cosas como estas solucionen este desbocado mundo, más bien se encuentra en manos de Alguien mucho más capacitado para hacerlo, pero mientras tanto, la situación, quizás,  podría presentar un panorama de mayor sensatez.

Terminando, de ayer me quedo con mi charlita al atardecer con un grupo de amigos bajo mi almendro y con las fuerzas de mi rubita (qué desafortunado mi ejemplo de la ciudad, igual lo cambio por pelirrojos) para cuidar a su deteriorada madre, mi querida suegra. La puesta de sol no tuvo comparación con la anterior, porque el humo del incendio que asola Sierra Bermeja llegaba hasta Benaocaz y ensuciaba el horizonte, qué pena. Hoy el fuerte viento de levante enturbia un poco el precioso día, pero me siento tan bien que ni un ciclón me lo va a estropear. Espero que el vuestro esté siendo igual de hermoso. Salud y buen finde.








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