(172º) DIARIO DE UN LINFOMA (Igualdad no siempre es equidad).

(172º) DIARIO DE UN LINFOMA (Igualdad no siempre es equidad).

30 de noviembre de 2022.

Sigo encontrándome estupendamente. Oh, qué maravilla no tener mañana que pasar otra vez el suplicio de la quimio. Estoy comiendo como la orilla de un río y todo me sabe buenísimo; aunque estoy recuperando mi deporte, creo que voy a coger algunos kilillos, lo cual no me importa en absoluto.

Ayer presencié una puesta de sol preciosa, pero el listo de Google Fotos tuvo el detalle de hacerme una composición panorámica que hasta la mejoró. Ahí va una de mis fotos y la creada por el programa.


Hoy me voy a meter en un charco que podría perfectamente evitar y que poco tiene que ver con un diario sobre un linfoma, pero como hablo de todo tipo de temáticas que se me vienen a la mente, algunas de ellas que simplemente me preocupan o me asaltan en cualquier momento, voy a abordar un asunto sobre el que tengo una opinión bastante clara desde hace mucho tiempo. Advierto que puede ser impopular y a contracorriente sobre las tendencias actuales, pero también que no tiene absolutamente nada que ver con signos políticos o ideológicos; parte de mi experiencia y de mis conclusiones, que pueden no dar en la diana, pero que de todos modos ahí van.

Leía en El País un artículo titulado: “El incremento de las agresiones sexuales pone en alerta a los hospitales catalanes: el Clínic atiende a un 50% más de mujeres” (https://elpais.com/espana/catalunya/2022-11-24/el-hospital-clinic-de-barcelona-duplica-las-agresiones-sexuales-atendidas-este-ano.html). El director del centro, Josep Maria Campistol hablaba de “datos escalofriantes” y que ponía en evidencia una “sociedad que está enferma, es machista y violenta”. Los datos que ofrece un solo hospital de Barcelona, desde luego, son aterradores: atienden una violación diaria y casi 2 agresiones sexuales. El 65% de las víctimas se encontraban saliendo de fiesta antes de ser agredidas y el 44% de las agresiones se produjo en domicilios particulares. El 40% conocía a los agresores.

Por otra parte, de unos 40.000 abortos anuales que se producían en España en 1990, hemos pasado a un promedio de 100.000 desde que entró en vigor la ley de plazos en 2010 (https://www.rtve.es/noticias/20221006/aborto-espana-cifras/2348202.shtml). Teniendo en cuenta que el año pasado nacieron 338.000 bebés, esto quiere decir que 1 de cada 3 embarazos termina en aborto. Además, muchos de esos embarazos no deseados corresponden a adolescentes menores de 19 años, concretamente un 7,4% en el año 2020. Si encima, un reciente informe demostraba que la fertilidad masculina ha caído a la mitad en los últimos 30 años, probablemente, si ese descenso tan acusado no se hubiera producido estaríamos hablando de una cifra mucho mayor de gestaciones no buscadas.

Estas dos tristes realidades de nuestra sociedad actual subrayan, y yo suscribo, las palabras del director del Clinic, esta sociedad está enferma en el aspecto sexual. El caso es que con la mejor de las intenciones se quiere paliar el problema con iniciativas que, a mi modo de ver, están equivocadas. Casi todo el mundo habla de más información sexual a los jóvenes para evitar los embarazos no deseados y más igualdad para erradicar la violencia contra la mujer. Pues bien, me voy a remitir a los hechos.

Cuando yo era adolescente no había información de índole sexual alguna en los centros educativos y no existía Internet. Pocos padres eran explícitos hablando de estos temas con sus hijos, sus consejos en este ámbito eran más bien escasos y muchas veces ambiguos, lo cual no es lo deseable, desde luego. Hoy, por el contrario, en los centros educativos hay mucha más información sexual, tan explícita como la que le impartieron a la clase de mi hija Keila en 2º de E.S.O. (hace de esto unos 13 años), con un pene de silicona y clases prácticas de colocación de preservativos, entre otras actividades menos gráficas. 

No cabe duda de que hoy tienen mucha más información de índole sexual que antes, también de los padres, pero entonces ¿por qué aumentan los embarazos no deseados y por qué se incrementa la violencia sexual contra la mujer? No creo que sea solo problema de falta de información al respecto, sino del tipo de información que se les transmite. Hemos dado por perdida la batalla por formar a los jóvenes en otro tipo de conducta respecto al sexo. Si los expertos sanitarios se limitan a explicar formas prácticas de tener sexo seguro, únicamente, estamos dando por sentado que, como van a practicar sexo aunque solo estén empezando en la pubertad, lo que hay que enseñarles es a evitar de forma profilactica las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos. ¿Por qué no se les enseña que el sexo seguro se da a otras edades y con parejas estables (ni siquiera hablo de matrimonio, que es lo que recomienda la Biblia)? Claro, esto, según muchos “expertos”  es simplemente retrógrado, anacrónico y le da la espalda a la realidad. Pues bien, esa es la información sexual que yo les he dado a mis hijas, esté alejada de la realidad o no.

El mensaje, por impopular que parezca, a mi modo de ver, no es: “Adolescentes, practicad sexo, pero tomad precauciones”, sino: “Jóvenes, el sexo implica una responsabilidad que vosotros todavía no debéis asumir”. Esto le puede sonar a chino a muchos de ellos y luego harán lo que les parezca, pero ¿por qué hay que dar por perdida de antemano la lucha por hacer lo correcto? Puede que esto ayude a más de los que podamos pensar, porque sencillamente eso es lo acertado. Luego, en segundo término, también pueden tener cabida los aspectos preventivos. A veces es desalentador ver cómo se tira la toalla con los jóvenes en temas como el consumo de alcohol y otros. Por trasladarlo a otro ámbito, por supuesto que hay que ponerse el cinturón de seguridad y el casco en las motos, pero el mensaje principal que hay que transmitir a los conductores es respetar los límites de velocidad, conducir con prudencia, ser responsable y con sentido común. Las medidas para evitar las desgracias cuando se producen son la segunda línea de prevención, no la primera.

Está claro que el tema es mucho más complejo y habría que abordar otros aspectos que inciden directamente en el punto de vista distorsionado, a mi entender, que tienen los jóvenes sobre la sexualidad: el mensaje que transmiten las redes sociales al respecto, el libre acceso a la pornografía, como promedio, a partir de los 12 años y otros. (Los chavales, según los últimos estudios, tienen acceso a la pornografía por primera vez hasta con 8 años y la mayoría de forma habitual, 7 de cada 10, a partir de los 12 años (https://www.europapress.es/epsocial/infancia/noticia-siete-cada-10-adolescentes-consumen-pornografia-acceden-primera-vez-12-anos-estudio-20200922125821.html)).

Pero me voy a detener en la segunda situación altamente preocupante, el alza continua de la violencia contra la mujer. Como he indicado, esta se quiere combatir con más igualdad. Pues bien, en el año 2014, el mayor estudio que yo conozco sobre la violencia de género contra las mujeres, realizada por la Agencia de la Unión Europea por los Derechos Fundamentales ofrecía unos datos sumamente llamativos. Me baso en el informe de 48 páginas que resumía en un pdf y que se puede obtener por Internet (yo guardo un ejemplar y aquí puedes obtener esa copia ). Si a cualquiera les preguntaran por los países más machistas de la Unión Europea, seguramente la mayoría apuntaría a los mediterráneos como España, Italia, Portugal y Grecia. Y si la misma cuestión se formulara sobre aquellos que más avanzados se encuentran en igualdad entre géneros desde hace décadas, seguramente también el mayor número apuntaría a los países del norte, los escandinavos sobre todo. 

Este era el mapa resultante del estudio:



Algunos datos que llaman la atención: en Países Bajos el 45% de las mujeres mayores de 15 años había sufrido un trato violento por parte de un hombre, en Reino Unido el 44%, en Suecia el 46%, en Francia el 44% y en Dinamarca, nada menos que el 52%. 

¿Cómo quedaron los “machistas” países mediterráneos? Portugal 24%, Italia el 27%, Grecia el 25%. ¿Y España? Pues el 22%. A ver, que 1 de cada 4 mujeres haya sufrido maltrato físico de un hombre no es para sentirse orgulloso, pero ¡es que en Dinamarca es 1 de cada 2!

Alguno puede pensar que con qué cuestionario se llegaron a generar esos resultados tan impactantes. Leí, en aquellos días que se publicó el estudio, algunas conclusiones de periodistas, que seguramente ni se habían leído el documento, que eso era porque los países del norte eran más sinceros que los del sur, o que las preguntas podían interpretarse de forma distinta en unos países o en otros. Pues no, las preguntas para determinar si las mujeres habían sufrido maltrato físico por parte de un hombre eran tan específicas como estas:

Pero ¿cómo puede ser que los países más igualitarios en temas de género sean los más violentos con sus mujeres? Buena pregunta. Los expertos no se ponen de acuerdo, pero ahí va mi teoría, como digo, sea o no popular: los hombres y las mujeres no somos iguales y no nos tienen que hacer iguales. Espero que se me entienda bien. Creo que sobra decir que tenemos que ser iguales en derechos y oportunidades, faltaría más, pero ni somos biológicamente iguales, ni emocionalmente tampoco. Esa es una realidad que hoy cuesta defender. 

Hace menos de un año leí un artículo, que no he conseguido rescatar, de una bióloga que incidía en las diferencias entre sexos. Decía que las genitales son las menos pronunciadas; las de orden hormonal, e incluso a nivel celular, son las que nos hacen realmente distintos. Ella conducía con un grupo de científicos un estudio para fomentar la especialización de los fármacos teniendo en cuenta el sexo, porque decía que serían mucho más eficaces si  se crearan teniendo en cuenta las características particulares de hombres y mujeres, puesto que muchos de ellos son hoy día iguales para ambos y, por tanto, no tan efectivos.

La Biblia dice en 1 Pedro 3:7 “Del mismo modo, esposos, continúen viviendo con ellas de acuerdo con conocimiento. Denles honra como a una vasija más frágil, la femenina, ya que ellas también son herederas con ustedes del favor inmerecido de la vida, a fin de que las oraciones de ustedes no sean estorbadas.”  Algunos entienden esta expresión “vasija más frágil” como denigrante, cuando lo que hace es resaltar el valor de la mujer, como esas copas de nuestra vajilla que cuidamos con esmero porque son más delicadas pero más valiosas. La fragilidad física de la mujer en relación con el hombre es un hecho, ¿para qué vamos a negarlo? Siempre se le ha dado preferencia, en el aspecto físico, a los más débiles para favorecerlos en caso de accidente o evacuación. ¿Eso es descabellado? ¿Sería lo más lógico que se recomendara la ley del más fuerte para desalojar un edificio o repartir ayuda humanitaria? ¿Quiénes serían los más beneficiados? ¿Es discriminatorio favorecer a mujeres, ancianos o niños en tales situaciones? En Ucrania han prohibido a los hombres en edad militar abandonar el país. ¿Habéis visto manifestaciones para pedir que hagan lo mismo con las mujeres? Evidentemente no, porque en casos tan extremos parece que queda más evidente esa diferencia física que nos distingue.

Cuando era niño, pegarle a una niña era una vergüenza, te decían: “El mariquita ese le ha pegado a una niña”. Sí, ¿para qué vamos a endulzarlo?, se empleaban esas expresiones hoy consideradas homófobas, pero lo que quiero resaltar es que se consideraba despreciable que un niño abusara de su jerarquía física para maltratar a una niña. Los hombres que pegaban a las mujeres se les consideraba indignos, al menos socialmente, aunque se infravaloraran esas denuncias en la policía o los juzgados, lo cual no iba en consonancia con la repulsa que generaban en la sociedad. Afortunadamente, esto último ha cambiado en la actualidad, hasta el punto de que el péndulo está en el otro extremo, la simple denuncia sin acreditación ya supone una noche de calabozo para el acusado, pero bueno, al menos no se les resta valor a esos abusos como se hacía antes. Lo que quiero resaltar es que en la sociedad mediterránea llamada machista, se daba por descontado que la mujer era más débil y maltratarla físicamente era miserable.

En las sociedades que pretenden más igualitarismo, a los niños se les enseña que las niñas son idénticas y resulta machista decirle a un niño que son más débiles. En mi infancia, en el recinto escolar, no recuerdo a ningún niño enfrascado en una pelea con una fémina, sin embargo, hoy día me he encontrado por los pasillos del instituto muchas veces lo contrario, jóvenes de distinto sexo dándose tortazos, tirándose de los pelos o empujándose violentamente. Ahora no escucho aquello de: “¿Pero qué haces? ¿No ves que es una chica, no te da vergüenza?” Esto trasladado al ámbito más íntimo hace que los hombres no lleguen a ver de forma tan repulsiva usar su supremacía física cuando estallan las discusiones o diferencias de criterio. Cuando se nubla la razón, el hombre acude a su instinto primario y aprovecha su supremacía física. Yo pienso que en nuestro imaginario colectivo masculino debería estar marcado a fuego la percepción de que atacar con violencia a una mujer es un acto despreciable, como hacerlo contra un niño o un anciano. No, no es lo mismo que dos hombres de 25 años se peleen a golpes, lo que nunca debería ser la forma de resolver las disputas, a que uno de ellos haga lo mismo con un niño de 5, un anciano de 80 o una mujer. ¿Que es un planteamiento machista? Pues nada, lo seré, como terminaba aquella famosa película de Billy Wilder: “Nadie es perfecto”.

También en esto tengo que añadir que, como ya he comentado con el primer tema de mi reflexión, hay muchos más factores envueltos, no quiero simplificar la solución a un tema tan complejo, pero, por favor, recalquemos que las diferencias obvias entre sexos no tienen por qué ser un obstáculo para la armonía entre ellos, sino todo lo contrario. Si las mujeres destacan, como muestran muchos estudios, en medicina, en sus habilidades comunicativas, de empatía y las relaciones personales, aprovechemos esas capacidades innatas. Si los hombres lo hacen en mecánica o ingeniería, hagamos lo mismo. No tenemos que ser competidores, sino colaboradores complementarios. Algunos llamados roles tradicionales, hoy considerados machistas, no han surgido a lo largo de la historia solo por imposición, sino por un devenir lógico de la biología. Que las mujeres han estado mucho más cerca de sus hijos ha sido una consecuencia natural de ser ellas las que quedan embarazadas, paren y amamantan, entre otras cosas. Si esto ha hecho que el hombre haya copado el ámbito laboral, no tratemos ahora de subvertir esa tendencia adoptando medidas que tratan de pasar por alto una relación que debería ser natural. Claro que se pueden hacer esfuerzos, y se debe, para que la mujer no pierda sus trabajos y pueda llegarse a la máxima conciliación, pero tengamos también en cuenta lo mejor para los hijos y este esfuerzo debe asumirlo toda la sociedad, pero favoreciendo lo que la naturaleza aconseja.

Bueno, el tema es tan espinoso y controvertido que cualquier opinión genera respuestas demasiado encendidas, y lo que se necesita es calma, comunicación, escucha y comprensión para llegar a las mejores decisiones. Lo que a mí me deja un tanto perplejo es que si un problema se agrava después de décadas intentando atajarlo de una determinada forma, ¿tan descabellado es plantearse que quizás los esfuerzos no van por el mejor camino?





 



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