10.000 personas, 10.000 millones.

10.000 personas, 10.000 millones.

Los pilares de la creación. Autor: NASA. Licencia: CC BY 2.0 Deed

1 de febrero de 2024.

Anoche terminaba de ver un documental sobre el diseño, fabricación y puesta en órbita del telescopio James Webb. En total han intervenido unas 10.000 personas en el proyecto y varias agencias aeroespaciales. Una aventura de esta envergadura y complejidad precisó de miles y miles de horas de cálculos y trabajo de la más alta sofisticación.

Telescopio James Webb. Autor: NASA. Licencia: CC BY 2.0 Deed

En un principio era casi inabordable por la cantidad de puntos únicos de fallo que contenía, más de 300. Se refiere a que si ocurre cualquiera de ellos, el aparato no podría desplegarse y cumplir con su propósito, lo que tiraría por la borda los más de 10.000 millones de dólares que costó.

Tuvo que ser diseñado plegado para acoplarlo al cohete que lo propulsaría fuera de nuestra atmósfera. Posteriormente seguiría un curso matemáticamente calculado para que durante 14 días fuera realizando ese trabajo de papiroflexia en el que se iría desenvolviendo hasta completar el espejo primario de casi 7 metros de diámetro, además de las placas solares que le suministrarían energía y la plataforma sobre la que se apoya. Finalmente tendría que llegar a su destino a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, unas 4 veces mayor que la distancia de la Luna.

Es llevado y posicionado tan lejos porque se ha buscado un llamado punto único, solo hay 5 entre la Tierra y el sol. Es un lugar en el que el equilibrio entre las fuerzas gravitatorias de los distintos cuerpos cercanos, el Sol, la Luna, la Tierra, entre otros, permite que un objeto se quede allí sin desplazarse por el espacio alejándose sin remedio. También se ha buscado un lugar en el que pueda observar el fondo del universo sin interferencias, ofreciendo imágenes nunca antes obtenidas.

Al final del documental se presentaban esas espectaculares imágenes que, si ya eran asombrosas vistas por el Hubble, un telescopio de una generación anterior,  ahora se obtienen con mucha mayor resolución y nitidez. Las nebulosas, las galaxias, esa zona llamada los Pilares de la Creación y otras semejantes, dejan atónitos a astrofísicos de todo el mundo, y hasta a gente común, como es mi caso.

Campo ultraprofundo. Autor: NASA. Licencia: CC BY 2.0 Deed

Formación de estrellas jóvenes. Autor: NASA. Licencia: CC BY 2.0 Deed

Es ciertamente impactante la primera imagen que obtuvo del llamado campo ultraprofundo del universo, donde aparecen miles y miles de galaxias en lo que antes solo parecían puntos de luz individuales parecidos a las estrellas. A una de esas constelaciones se le calcula una antigüedad de 13.800 millones de años, lo que parece muy cercana a la edad del universo. Es cuanto menos inquietante pensar que la luz infrarroja de esa imagen salió de allí hace tanto tiempo, con lo que estamos echando un vistazo por una ventana al pasado inmensamente lejano.

La hazaña del James Webb asombra a cualquiera que se acerque a conocer algunos detalles de su diseño y realización. Han sido años de preparación y semanas de viaje y configuración hacia ese lugar tan particular en el que trabajará durante una década. 

Detrás de este maravilloso proyecto se encuentran más de 10.000 mentes brillantes que han puesto su inteligencia al servicio de un fin común. Esto ha dado como resultado algo que nos ayuda a entender mejor este vasto universo que nos rodea. Pero yo me pregunto, si todo este diseño condujo a posicionar un sofisticado objeto de 7 metros en un punto concreto de nuestro sistema solar para efectuar un trabajo específico, ¿no hay un diseño parecido detrás de un universo que comienza en un punto singular minúsculo, que con el tiempo se expande y forma estrellas, galaxias y planetas y permite que también en un punto especial de una de ellas, la Vía Láctea, a la distancia ideal de una de sus estrellas, el Sol, surja un maravilloso planeta con los componentes ideales para albergar millones de formas de vida?

¿Tan ilusos somos los que siguiendo la misma lógica de admiración y asombro buscamos en su origen la misma clase de inteligencia y diseño que permitió la creación del James Webb, pero multiplicada exponencialmente por una cifra difícil de calcular?



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